Homero (siglo VIII a. C.) es el nombre dado al aedo griego antiguo al que tradicionalmente se le atribuye la autoría de las principales poesías épicas griegas — la Ilíada y la Odisea—. Desde el periodo helenístico se ha cuestionado si el autor de ambas obras épicas fue la misma persona; sin embargo, anteriormente no sólo no existían estas dudas sino que la Ilíada y la Odisea eran considerados relatos históricos reales.
- Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta.
- Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra.
- Todo hombre sabio ama a la esposa que ha elegido.
- La juventud tiene el genio vivo y el juicio débil.
- Levantado el muro contra la voluntad de los inmortales dioses, no debía subsistir largo tiempo.
- Dejemos que el pasado sea el pasado.
- La fortuna es como un vestido: muy holgado nos embaraza, y muy estrecho nos oprime.
- Míseros mortales que, semejantes a las hojas, ya se hallan florecientes y vigorosos comiendo los frutos de la tierra, ya se quedan exánimes y mueren.
- Ni el hombre más bravo puede luchar más allá de lo que le permiten sus fuerzas.
- Los hombres se cansan antes de dormir, de amar, de cantar y bailar que de hacer la guerra.
- Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.
- El genio se descubre en la fortuna adversa; en la prosperidad se oculta.
- Las almas generosas son dóciles.
- Los excelsos regalos de los dioses no pueden ser destruidos con facilidad por los mortales hombres, ni ceder a sus fuerzas.
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