Yaguareté-Abá:

El llamado Yaguareté-Abá o Capiango es un ser mitológico de la cultura guaraní (idioma guaraní: yaguareté, que hace referencia a este felino del mismo nombre; y abá o Avá, que significa "Arisco, de mal humor o iracundo"), o también llamado Hombre-Tigre u Hombre-Leopardo es un mito común del nordeste argentino y el Gran Chaco que hace referencia a un brujo que se convierte en un yaguareté. Su raíz se halla en la adoración que estos pueblos tenían por los estos animales.
El yaguareté-abá tiene una pequeña relación con el lobizón, ya que en ambos casos se toma la metamorfosis de humano a bestia, o en otro relato, de humano a bestia humana.

La leyenda cuenta que se tratá de brujos que mediante el uso de un cuero de jaguar y sahúma con plumas de gallina serían capaces de trasformarse en una criatura mitad jaguar y mitad humano. En un matorral se empiezan a revolcar de izquierda a derecha sobre el cuero, rezando un credo al revés mientras cambian de aspecto. Salen entonces de caza, y ya devorada la presa, retornan a su forma primitiva, realizando la- misma operación, pero ahora en sentido inverso (es decir, de derecha a izquierda).

Supuestamente las extremidades corresponden a un ser humano mientras que la espalda es ancha y sin pelo. Se lo describe normalmente como un yaguareté de rasgos comunes con una dimensión mayor y un carácter asesino. También se le da la característica de carencia de pelo en la frente y una cola muy corta o incluso sin cola. Se alimenta de carne humana, de mula o de vaca. Era muy temido ya que supuestamente saqueaba los ranchos, por lo que se consideraba un animal nefastó, secuestra y obliga a las mujeres jovenes a limpiarlo. Si uno es capáz de quitarle el cuero y escupirle tres veces en la cara el brujo queda ciego y vulnerable a un ataque. Al morir toma de inmediato forma humana. Para matarlo se necesitan balas o un machete que hayan sido bendecidas, tras matarlo debe de decapitarse.

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