Peter Kürten (1883- 1931) fue uno de los asesinos en serie más conocidos de Alemania. Llamado "El vampiro de Düsseldorf", cometió al menos 9 asesinatos a adultos y niños y 7 intentos frustrados.
Kürten nació en la localidad de Mülheim -ahora distrito de la ciudad alemana de Colonia-
 y fue el tercero de trece hermanos en el seno de una familia 
extremadamente pobre. Peter presenció cómo su padre, un alcóholico y 
violento trabajador en paro, maltrataba a su madre e, incluso, violaba 
con total impunidad a algunas de sus hermanas menores. Así fue como a la
 edad de ocho años, Kürten se escapó de su hogar familiar y dirigió sus 
pasos al mundo de la delincuencia en la ciudad de Düsseldorf. A los 9 años, realiza sus primeros asesinatos cuando ahogó a dos amigos mientras se bañaban en el Rin.
 A excepción de estos dos casos aislados, Kürten fue intercalando sus 
pequeños actos de delincuencia con breves pasos por la cárcel para pagar
 sus fechorías. También fue contratado como perrero donde experimentó el
 "placer" de torturar, violar y matar a perros abandonados. No fue el 
único caso en la vida de Kürten donde experimentaría experiencias 
sexuales y torturas a animales.
Sus violentas tendencias se fueron incrementando a medida que se iba 
haciendo mayor. Paralelamente, Kürten necesitaba trasladar esas 
experiencias sanguinarias de animales a humanos. El 13 de mayo de 1913,
 Kürten merodeaba una casa presuntamente vacía para robar. Pero en ella 
se encontraba Khristine Klein, una niña de trece años que dormía en su 
habitación. Peter, tras comprobar que no había nadie en la casa, estranguló a la joven para terminar degollándola.
En 1925,
 Kürten volvía a Düsseldorf para empezar su serie de crímenes. Una de 
sus víctimas (Rosa Ohlijer, de ocho años de edad) fue apuñalada trece 
veces con unas tijeras y tras beber su sangre, quemó su cuerpo con 
gasolina.
En 1929, llegó el año más sangriento de Kürten. El 8 de febrero, asesinó a una niña de ocho años. El 23 de agosto, mató a dos hermanas de cinco y catorce años. En septiembre, mató a una mujer con un martillo. Y el 7 de noviembre,
 llegó al punto álgido de su locura al matar a una niña de cinco años y 
enviar a un periódico local el mapa de la tumba de la asesinada.
Estos asesinatos hicieron que la ciudad de Dusseldorf viviera en un 
continuo estado de histeria. Nadie se atrevía a caminar solo por las 
calles de la ciudad. Las autoridades ofrecían una suculenta recompensa 
por quien diera pistas sobre la identidad del asesino y la policía llegó
 a recibir hasta 900.000 nombres de posibles asesinos.
En mayo de 1930,
 Kürten cometió el error garrafal que le acabaría condenando. Kürten 
engañó a Maria Budlick, una empleada doméstica, para llevarla a 
Grafenberger Woods, un bosque de las cercanías. El malhechor estranguló a
 su víctima para agredirla sexualmente pero la dejó con vida después de 
experimentar el orgasmo. Al marcharse el asesino, Budlick acudió a la 
policía donde pudo dar información precisa sobre Kürten. Poco después, 
aparecía el retrato robot del hombre más buscado de Alemania.
Víctima de un gran miedo, Kürten ofreció a su esposa la posibilidad 
de delatarle a cambio de una suculenta suma de dinero. Así, el 24 de mayo, el vampiro de Dússeldorf se entregaba sin oposición. Kürten confesó sus delitos. En el juicio posterior (abril de 1931),
 inicialmente se declaró inocente. Pero a medida que iba transcurriendo 
el pleito, cambió de idea. De hecho, los psicoanalistas trabajaron duro 
para deshacer cualquier tipo de enajenación que le pudieran salvar de la
 pena de muerte. La sentencia fue morir guillotinado por nueve 
asesinatos, siete intentos frustrados y no menos de 80 agresiones 
sexuales. La pena que se ejecutó en Colonia el 2 de julio de 1931.
La última frase de Kürten, casi coincidente con el estreno de la 
película de Fritz Lang en 1931, demostró el alcance de su obsesión por 
la sangre y su atracción por la muerte: "Dígame, cuando me hayan 
decapitado ¿podré oír siquiera un momento el ruido de mi propia sangre 
saliendo del cuello?".
El caso Kürten es importante en el mundo de la criminología al dar a 
la policía de todo el mundo elementos que son clave en la evolución de 
cualquier asesino en serie. Fue la primera vez que un cuerpo de 
seguridad nacional pudo determinar la actividad criminal en miles de 
sospechosos. De hecho, muchos asesinos después de Kürten imitaron su 
conducta y muchos otros presuntos delincuentes fueron absueltos por la 
policía al no encajar con el modus operandi del vampiro de Düsseldorf.
Los motivos de la actitud de Kürten todavía son objeto de estudio. Él
 arguyó como la principal razón para cometer los asesinatos su pasión 
desenfrenada por beber la sangre de sus víctimas (de ahí su apodo del 
Vampiro de Düsseldorf) y su placer sexual en el momento de la ejecución.
 Aunque durante el juicio, el asesino también reconoció que su principal
 motivación consistía en "aleccionar a una sociedad opresiva".
Un informe más detallado sobre: El Vampiro de Dusseldorf
https://www.box.com/s/wmy0o92cutsde2x6lwo0
 

 
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