Frases de Helena Blavatsky

Helena Blavatsky, también conocida como Madame Blavatsky, cuyo nombre de soltera era Helena von Hahn fue una escritora, ocultista y teósofa rusa. Fue también una de las fundadoras de la Sociedad Teosófica y contribuyó a la difusión de la Teosofía moderna.

Sus libros más importantes son Isis sin velo y La Doctrina Secreta, escritos en 1875 y 1888, respectivamente.




  • No puedes recorrer el sendero antes que el sendero seas tú mismo.
  • Para llegar al nirvana, debe uno conseguir el conocimiento de sí mismo; y el conocimiento de sí mismo es hijo de las buenas obras.
  • No hay religión más elevada que la verdad.
  • Considera iguales el placer y el dolor, la ganancia y la perdida, la victoria y la perdida.
  • La filosofía esotérica concilia todas las religiones, las desnuda de sus ropajes humanos externos y demuestrá que la raíz de cada una de ellas es la misma que todas las demas religiones. 
  • El que no desempeña la tarea que tiene asignada en la vida, ha vivido en vano.
  • Puedes tú crear en este día las eventualidades para tu mañana. 
  • Antes de que el alma pueda ver, debe haberse alcanzado la armonía interior, y los ojos carnales han de estar cegados a toda ilusión. 
  • Mata en ti mismo todo recuerdo de pasadas experiencias. No mires atrás, o estás perdido.
  • Los sabios no se detienen jamás en los jardines del recreo de los sentidos.
  • Huye de la ignorancia, huye igualmente de la ilusión. Aparta tu faz de las decepciones mundanales; desconfía de tus sentidos, porque son falsos. Pero en lo interior de tu cuerpo, en el sagrario de tus sensaciones, busca en lo impersonal al hombre eterno, y una vez lo hayas encontrado, mira hacia dentro: eres Buda.
  • Busquemos la verdad, con la confianza de un niño, y la voluntad de un iniciado.
  • Siembra buenas acciones, y recogerás el fruto de ellas.
  • La mente es parecida a un espejo; se cubre de polvo mientras refleja. necesita de las suaves brisas de la sabiduría del alma para que arrebaten el polvo de nuestras ilusiones. Procura fundir tu mente con tu alma.
  • Hasta qué punto ha coronado el éxito mis esfuerzos, el lector es quien ha de juzgarlo.
  • La mente es el gran destructor de lo real. Destruya el discípulo al destructor.
  • No permitas que el sol ardiente seque una sola lágrima de dolor, antes que tú la hayas enjugado en el ojo del que sufre.
  • La propia alabanza, discípulo, es a manera de una torre elevada, a la cual ha subido un loco presuntuoso, que permanece allí en orgullosa soledad e inadvertido de todos, excepto de él mismo.
  • Para lograr el conocimiento del espíritu, es indispensable la pureza de corazón: desechando todo mal pensamiento, manteniendo el ánimo sosegado sin jamás agitarse, ni irritarse por nada.
  • La magia es tan vieja como el hombre y nadie acertaría en señalar su origen, de la propia suerte que no cabe computar el nacimiento del primer hombre.
  • Busca tu refugio solamente en lo eterno.
  • Sé a manera del océano, que recibe todos los ríos y torrentes. La poderosa calma del mar permanece inalterable, sin sentirlos.
  • No creas que viviendo en selvas sombrías, en orgulloso retiro y apartamiento de los hombres, no creas tú que alimentándote sólo de hierbas y raíces y mitigando la sed con la nieve de la gran Cordillera; no creas tú, devoto, que todo esto pueda conducirte a la meta de la liberación final.
  • Si no puedes tú ser sol, sé el planeta humilde.
  • Cuanto más avances, tantos más lazos encontrarán tus pies. El sendero que a la meta conduce está iluminado por una luz única, la luz del arrojo, que arde en el corazón. Cuanto más osa uno, tanto más obtendrá. Cuanto más teme, tanto más palidecerá aquella luz, la única que puede guiarle.
  • Así como cae exánime la mariposa en el umbral, sorprendida por el cierzo helado, así también todos los pensamientos terrenos deben caer muertos ante el templo.

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