The City of Dreadful Night; James Thomson (1834-1882)
¡Hermanos de Melancolía, oscuros, oscuros, oscuros!
¡Guerreros de la marea negra sin conjuros!
¡Oh, espectrales vagabundos de la noche impía!
Mi alma ha sangrado por ustedes en estos años sin sol,
Con la sangre amarga en lágrimas de dolor,
¡Oh, oscuridad, oscuridad, oscuridad,
Lejos de toda alegría y esplendor!
Mi corazón se enferma de angustia por ti;
Tu infortunio es mi pena,
Y allí yazgo, cobarde, en tu muerte eterna.
He buscado en las alturas y en los abismos
El alcance de todo nuestro universo,
Con desesperada esperanza,
Para encontrar consuelo a tu inquietud salvaje.
Y ahora os traigo la última palabra auténtica,
Atestiguada por cada ser vivo y muerto;
Buenas nuevas de gran alegría para ti, para todos:
No hay ningún Dios, ningún demonio en el cielo
Conjura nuestras torturas al descansar,
Nada se sacia en la hiel de nuestro desconsuelo.
Es a la oscura ilusión de un sueño,
Aquel ser consciente y supremo;
A quien debemos maldecir
Por maldecirnos con la vida;
A quien debemos aborrecer
Por aborrecernos con la vida,
Que jamás concluye en la tumba serena,
Que no cesa con el veneno o el cuchillo.
Es esta pequeña vida todo lo que nos queda,
La sagrada paz de la tumba siempre nos espera,
Nos dormimos y jamás despertaremos,
Nada nos pertenece, sólo la carne que se corrompe,
Aunque sus elementos se disuelvan y permanecen
En la tierra, el aire, las aguas, y otros hombres.
James Thomson (1834-1882)
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