Jerarquía de los demonios:

Santos y eruditos intentan e intentaron cuantificar las fuerzas del Infierno. Algunos mensionan que hay 133.306.668 demonios;y otros que 66 principes están al mando de 6.660.000 "demonios o diablos". La cuestión es que las mente humana no puede apreciar el alcance de las fuerzas infernales dispuestas contra el mundo. La Jerarquía del Infierno o de los demonios es vista como un reflejo oscuro de la hueste angelical del Cielo, con las siguientes órdenes de Ángeles Caídos dirigiendo a las legiones impías.



PRIMERA JERARQUÍA:
Los más poderosos de los ángeles caídos son los Serafines, Están a las órdenes de Belcebú, que tienta a los hombres con el orgullo; Leviatán, que es el líder de los herejes y lleva a los hombres a pecados que repugnan a su fe, y Asmodeo, príncipe del desenfreno, que arde con el deseo de tentar a los hombres con el pecado de la lujuria. Por debajo de los Serafines están los Querubines, encabezados por Balberoth, que agita la sangre para el asesinato y la blasfemia. Después están los Poderes, al mando de Astaroth, que promueve la pereza y la ociosidad; Verine, que provoca la impaciencia que lleva al pecado; Grassil, que quiere ahogar a la humanidad en la inmundicia, y Sonneillon, que tienta a los hombres al odio contra sus enemigos.
Estos Duques y Archiduques del Infierno apenas tienen algún aspecto humano, apareciendo en su lugar como perversas mezclas de criaturas: grandes bestias o dragones, o amenazadoras sombras. Les resulta casi imposible alcanzar la Tierra, y ejercen su influencia mediante sueños y visiones. Los Satanistas se ponen en contacto con ellos en busca de su conocimiento y consejo, pero temen mirar a demonios tan poderosos y por ello lo hacen en la oscurida.



SEGUNDA JERARQUÍA:
Estos señores del Infierno son las Dominaciones, encabezadas por Oeillet, que tienta a la gente para que rompa sus votos, y Rosier, Reina de los Súcubos, que abre el camino al placer pecaminoso y el amor impuro. Su obra cuenta con el apoyo de Verrier, Principe de las Soberanías, que susurran palabras de rebelión contra la autoridad e incita a la gente a rechazar a sus señores. El último nivel de esta jerarquía es el de las Potestades, al mando de Carreau, que endurece los corazones de los hombres ante el amor y la fe; y Carnivean, que hace que la gente ame la obscenidad.
La Segunda Jerarquía es muy activa en la Tierra. Sus príncipes son capaces en ocasiones de romper sus cadenas y aparecer entre sus siervos. Suelen asumir formas humanas de gran belleza (en especial Rosier, que aparece como una hermosa mujer o un hombre muy apuesto). Estos señores del Infierno son demasiado orgullosos para enzarzarse en vulgares combates y otros enfrentamientos de poder, y volverán a sus dominios si se les desafia, lanzando grandes maldiciones contra quien haya osado oponérseles.



TERCERA JERARQUÍA:
Las Virtudes están gobernadas por Belias, que lleva a la humanidad a la arrogancia y los placeres mundanos, distrayendo a los mortales de la virtud con modas vulgares y enseñando a los niños a ser libertinos y descreidos. Olivier de los Arcángeles, es el señor de la crueldad, y disfruta abusando de los pobres y débiles. Por último, los Ángeles Infernales, al mando de Iuvart, son meros sirvientes y vasallos de los demás señores del Infierno.
La verdadera hueste infernal está compuesta por incontables demonios. Son los seres convocados al mundo por los satanistas, y los más propensos a interesarse por los asuntos de la humanidad. Muchos de ellos se muestran serviles con sus amos del Infierno, pero hay algunos que parecen un tanto independientes. De acuerdos con los eruditos medievales, hay seis tipos de demonios con acceso al mundo.

DEMONIOS ÍGNEOS:
Los demonios que viven en esta vasta negrura entre las estrellas y planetas son una raza muy diversa. La mayoría tienen poco interés por la humanidad, prefiriendo dedicarse a sus propias y extrañas intrigas: se dice que los dioses paganos vagan por el vacío recordando sus días de poder, que hay extraños demonios basados en ideas, construcciones matemáticas, manifestaciones de la razón humana y emociones.
Los satanistas tienen poco poder sobre estos seres: sólo es posible invocarlos por medio de la Magia Auténtica. Los astrólogos dicen que unos pocos de estos demonios estelares han demostrado un cierto interés por el creciente estudio de las matemáticas y otras ciencias naturales en las universidades.



DEMONIOS AÉREOS:
Estos demonios vuelan en invisibles enjambres por el mundo de los espíritus, buscando entradas al mundo material para tentar o atacar a los humanos. Conspiran con los satanistas para destruir a la humanidad.



DEMONIOS TERRESTRES:
Los demonios terrestres son el tipo más peligroso, pues han sido expulsados del mundo de los espíritus y moran en la Tierra, entre la humanidad. Suelen ser confundidos por hadas y hombres lobo, pues acostumbran a cambiar de formar y proyectar ilusiones. Los más débiles poseen cuerpos de animales, creando bestias demoníacas, mientras los más poderosos se hacen pasar por seres humanos y fomentan la corrupción en secreto. Si un demonio terrestre muere, queda verdaderamente muerto, no expulsado.



DEMONIOS ACUÁTICOS:
Estos demonios moran en los ríos, los lagos y las profundidades del mar, se divierten ahogando a los humanos, sobre todo niños, para lo que recurren al engaño como a la fuerza. Los demonios acuáticos del océano son monstruos colosales, capaces de aplastar barcos entre sus anillos o tentáculos.



DEMONIOS SUBTERRÁNEOS:
Los demonios subterráneos viven en las profundidades de la tierra y en cuervas y cavernas. Atacan a quienes perturban sus dominios (sobretodo mineros y buscadores de tesoros), pero por lo demás solo se les ve si son invocados a la superficie. Son lentos y maliciosos, y tienen el aspecto de híbridos de armadura, carne y piedra.



DEMONIOS VINCULADOS:
Los demonios vinculados son el escalafón más bajo entre los poderes infernales. Estos demonios son tan penosos que pueden ser invocados y puestos a trabajar por meros magos humanos. Suelen ser pequeños y desagradables, con frecuencia apareciendo como sapos y otras sabandijas exageradamente grandes, y sirven como familiares (mientras viva el mago) o como guardianes de determinados lugares o tesoros.

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