El Manuscrito Voynich

El manuscrito Voynich (The Voynich Manuscript) es un misterioso libro ilustrado, de contenidos desconocidos, escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado voynichés.

Muchos intentan buscar el propietario de este pergamino épic, algunos dicen que fue  Roger Bacon -por ser uno de los primeros propietarios-, también se le atribulle a Anthony Ascham por tener mucha familiaridad con su obra Un pequeño herbario (A Little Herbal), publicada en 1550 -por citar algunos-.

En algún lugar de Europa, probablemente el norte de Italia, y en algún momento de principios del siglo XV alguien (probablemente dos personas), tomaron pluma, tinta común y pergamino, y escribieron un libro de 38.000 palabras, utilizando de principio a fin un alfabeto y un idioma que han desafiado cualquier identificación. No es un libro enorme. Mide unos 16 por 23 cm  y unos 5 cm de espesor.

El libro tiene alrededor de 240 páginas de pergamino, con vacíos en la numeración de las mismas (la cual es aparentemente posterior al texto, quizás del siglo XVI), lo que sugiere que varias páginas se habían extraviado ya antes de su compra por Voynich. Para evitar extravíos posteriores el padre Theodore C. Petersen lo fotocopió en 1931, repartiendo dichas copias entre varios investigadores interesados en su estudio e intento de traducción. Se utilizó pluma de ave para escribir el texto y dibujar las figuras con pintura de colores; según se puede apreciar, el texto es posterior a las figuras, ya que en numerosas ocasiones el texto aparece tocando el borde de las imágenes, algo que no ocurriría si éstas hubiesen sido añadidas posteriormente.

Este libro contiene los temas siguientes:
  • Herbario
  • Alquimia
  • Biología
  • Astrología
El manuscrito Voynich este dividido en varias secciones: 

La primera sección es la más grande, con 130 páginas. Contiene los planos detallados de 113 plantas y flores que nadie ha sido capaz de identificar. Se llama la sección de Botánica.

La segunda sección es de 26 páginas, con dibujos astrológicos, un montón de diagramas circulares y concéntricos, y algunos signos del zodíaco.

La tercera sección se llama la sección biológica y contiene principalmente dibujos de mujeres desnudas retozando en piscinas conectadas con intrincadas cañerías.

La cuarta sección  es la sección cosmológica, con unos impresionantes diagramas circulares que de alguna manera parecen tener naturaleza cósmica.

La quinta sección es farmacéutica, con más de 100 dibujos de hierbas, raíces, polvos, tinturas, y pociones cuyo contenido es indescifrable.

La última sección, denominada Estrellas, es la más misteriosa. Está compuesta de 23 páginas de texto sin imágenes, en párrafos cortos, cada uno marcado con una estrella.

A lo largo de su existencia constatada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno consiguió descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.

Sin embargo, el que cumpla la ley de Zipf, que viene a decir que en todas las lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su frecuencia de aparición (cuantas más veces aparece una palabra en un idioma, más corta es), hace pensar que se trata no sólo de un texto redactado en un lenguaje concreto, sino también que este lenguaje está basado en alguna lengua natural, ya que lenguajes artificiales como los élficos de Tolkien o el klingon de Star Trek no cumplen esta regla. Esto es debido a que la explicación a esta ley se basa en la economía lingüística: las palabras que más utilizamos son más cortas y así requieren menos energía, por ello es el uso de una lengua el que acaba por imponer esta ley. Es prácticamente imposible que el autor del manuscrito Voynich conociera la ley de Zipf, enunciada muchos siglos después, y por tanto que la aplicase a una lengua inventada por él.


El Manuscrito Voynich
Este es un esstudio sobre el manuscrito con algunas ilistraciones:
http://axxon.com.ar/rev/140/c-140Divulgacion.htm

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