Las guaxas asturianas

Las guaxas es una criatura muy vieja, según nos dice el informador folclarista Ramón Sordo Sotres mensiona en su libro Mitos asturianos pocos conocidos publicado en 1999, nos dice  que tal vez -tratando de afirmar- que desde los tiempos de Adán.

Su aspecto es el de una anciana, arrugada y encorvada, con una boca muy grande y un largo colmillo sobresaliendo de su mandíbula superior. Algunos dicen que tiene ojos de Búho, miestras que otros más efectistas, afirman que el fondo de ellos brillan chispas que parecen salidas del mismo infierno.

Esta criatura antropomorfica es muy común y perteneciente a la mitologia austruana, por ello se le conoce más por el nombre de "Las guxas asturianas", que por el simple nombre de las guaxas.

Dicen, que su visión proboca terror, a los que han tenido la desdicha de encontrarse con ella, la mayoria de estos encuentros han sido en la noche en la mitad de un bosque, aunque dicen que en esas ocaciones no suele resultar peligrosas. Prefiere salir huyendo, y se oculta o, como mucho, lanza una burla al caminante.

En algunas partes de Austrias, se le asocia mucho con las curuxa (la lechuza), aver nocturna cuyo canto es de mal agüero. Por ello y por su caracter Vampirico, Alberto Álvarez Peña, piensa que podria estar relacionado con la Strix de la tradición latina.

La existencia de la guaxa como tal -para ser esactos de su mito- lleva siendo debatido por los folcloristas Austurianos de que Jove y Bravo, la describiese por primera vez en 1897. Algo más de cien años después, en 1998, Sordo Sotres, recoje el testimonio oral de un vesino del consejo de Nava que recuerda aver oido hablar a sus mayores aserca de la Guaxa, describiéndola de la misma manera que Jove y Bravo, con la malefica anciana vampiro con un sólo diente.

Eso parece demostrar definitivamente que no se trata de un mito inventado o exagerado.

Sus habitos son nocturnos y se puede mover con mucho sigilo. Entra en casas cuando nadie esta despierto, atravez de la rendija de la puerta, el hueco de la chimenea o el ojo de la cerradura. Se acerca a la cama, y, sin que lleges a despertar, te clava, su largo afilado y unico colmillo y comienza a succionar tu sangre. Bebe sólo un poco, pero volverá la noche siguiente, hasta que ya no quede ni una sóla gota que meresca ser libada.

Sus victimas por lo general son mujeres, jovenes y niños, laguidencen lentamente sin que paresca existir una causa de ello. Los vecinos los ven pasar, cada día más palidos, delgados y ojerosos, y murmuran en voz baja "Se la esta comiendo la Guaxa"; aunque en realidad ya casi ninguno recuerda quien es Guaxa, ni, mucho menos que se ha de hacer para detenerla.

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