A lo largo de la historia del cine numerosos directores han plasmado en diversos documentales historias cuyo origen partía de la propia imaginación de los mismos. Orson Welles, cineasta pionero en la difusión de falsas ideas ilusorias con el fin de hacer creer a los espectadores (en el caso de su Guerra de los mundos, oyentes), que lo que estaban presenciando era cierto lo hizo en 1974 con Fraude (F For Fake). Directores como Woody Allen también confundieron al espectador en varias ocasiones, alimentando un género cinematográfico que pronto se definió como falso documental. Antes de inmiscuirse en el cine hollywoodiense más mainstream, Peter Jackson narró la extraordinaria vida de Colin McKencie en Forgotten Silver, desbancando la intocable figura de los hermanos Lumiere como inventores del séptimo arte. Casos tan particulares como El misterio Picasso del maestro Henri-George Clouzot o la divertidísima Confederate States of America, unían ficción y documentos reales para mostrarnos como ciertas, realidades que nunca existieron. Quizá el film que más ha influenciado al género en los últimos diez años sea El proyecto de la bruja de Blair, falso documental de ficción que nos mostraba unas supuestas cintas encontradas donde unos estudiantes de cine morían en un bosque mientras rodaban una película sobre la leyenda de una bruja. El impulso de internet y la ingenuidad de los espectadores hicieron que se convirtiese en una de las películas más rentables de la historia del cine. Aquí en España, hace siete años, el realizador Nacho Cerdá anunció que su primer proyecto de largometraje era Ataudes de luz, un documental que narraba la misteriosa historia del fallecido director Sergio Del Monte. Hasta entonces conocido únicamente por sus cortometrajes, el realizador ya escandalizó a medio mundo con Aftermath, cortometraje en el que se mostraba una supuesta autopsia real.
Reconocido admirador de la obra del alemán Buttergeit y promesa emergente del cine de género patrio, al director de Génesis le fue atribuido dentro de la rumorología fanzinera (en una época en la que Expediente X alimentaba las ansias paranormales de todo el planeta), la grabación de la falsa autopsia alienígena de Rosswell. Según palabras del propio Cerdá, Ataúdes de luz analizaba mediante entrevistas a directores y actores cercanos a Sergio Del Monte (Chico Ibáñez Serrador, Jesus Franco, Paul Naschy, etc.), unos rollos de celuloide encontrados pertenecientes al último film del director. Según Cerdá, una maldición giraba en torno a la película de Sergio Del Monte, el director gallego estaba siendo amenazado durante la grabación de una película que teorizaba sobre el poder de las imágenes subliminales. Cerdá defendía que el director fue asesinado al inicio del rodaje y que los productores trás ver el material rodado, murieron de sendos tumores cerebrales. El documental de Nacho Cerdá, rodado siempre en el más absoluto de los secretos, finalmente no vió la luz y años más tarde, se desvelaba que tanto Sergio Del Monte como la leyenda que lo rodeaba no eran más que fruto de la ficción. Hace tan solo unos meses el director de Los abandonados, apareció en el programa dirigido por Iker Jimenez Cuarto Milenio. No sabemos si en un intento de potenciar la finalización de la película o incluso su estreno, el director catalán volvió a hablar en televisión de Ataúdes de luz como un documental que relata una historia real. Puede que finalmente este año la película vea la luz o que por el contrario, se convierta igualmente en un film maldito. Sin haberse visto la película, Ataúdes de luz ya forma parte de la mitología fílmica, de las fantasías ilusorias que rodean la falsa historia de Sergio Del Monte, ¿o es que acaso no nos gustaría que la historia que relata la película fuese real?
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