El Libro de los Muertos era parte de una tradición de textos funerarios que incluye los tempranos Textos de las Pirámides y de los Sarcófagos, que fueron escritos sobre objetos, y no sobre papiros. Algunos de los sortilegios incluidos fueron extraídos de estos textos antiguos y datan del III Milenio a. C., mientras que otras fórmulas mágicas fueron compuestas más tarde en la historia egipcia y datan del Tercer Período Intermedio (siglos XI-VII a. C.). Algunos de los capítulos que componían el libro siguieron siendo inscritos en paredes de tumbas y sarcófagos, tal y como habían sido los sortilegios desde su origen. El Libro de los Muertos era introducido en el sarcófago o en la cámara sepulcral del fallecido.
No existía un único y canónico Libro de los Muertos. Los papiros supervivientes contienen una variada selección de textos religiosos y mágicos y difieren notablemente en sus ilustraciones. Algunas personas encargaban sus propias copias del libro, tal vez con una selección de los sortilegios que consideraban más importantes para su propia progresión en la otra vida. El Libro de los Muertos fue comúnmente escrito con jeroglíficos o escritura hierática sobre rollos de papiro, y a menudo ilustrado con viñetas que representan al difunto y su viaje al más allá.
El Libro de los Muertos fue desarrollado como parte de una tradición de manuscritos funerarios que datan del Imperio Antiguo. Los primeros textos funerarios fueron los Textos de las Pirámides, usados por primera vez en la pirámide del rey Unis de la dinastía V, hacia el 2.400 a. C. Los textos fueron grabados en las paredes de las cámaras sepulcrales del interior de las pirámides y eran para uso exclusivo del faraón (y, desde la dinastía VI, también de su consorte). Los Textos de las Pirámides fueron escritos en un estilo de jeroglíficos poco usual, pues muchos de los ideogramas que representan humanos y animales fueron dejados incompletos o dibujados con mutilaciones, muy probablemente para evitar causar cualquier daño al faraón muerto. El propósito de los Textos de las Pirámides era ayudar al rey muerto a ocupar su lugar entre los dioses, en particular a reunirse con su padre divino Ra. En este temprano período el más allá se situaba en el cielo, en lugar del inframundo descrito en el Libro de los Muertos. Hacia el final del Imperio Antiguo los Textos de las Pirámides dejaron de ser un privilegio exclusivamente real, y fueron adoptados por los gobernadores regionales y otros funcionarios de alto rango.
El Libro de los Muertos se compone de una serie de textos individuales acompañados de ilustraciones. La mayoría de sus capítulos comienzan con la palabra ro, que puede significar boca, habla, un capítulo de libro, pronunciación o sortilegio. Esta ambigüedad refleja la similitud de pensamiento en egipcio entre el discurso ritual y el poder mágico. En el contexto del Libro de los Muertos se suele traducir como «capítulo» o «sortilegio», y de ambas maneras serán referidos en este artículo.
Los textos y las imágenes del Libro de los Muertos eran tanto mágicos como religiosos. La magia era una actividad tan legítima como el rezo a los dioses, aun cuando la magia estaba dirigida a influir en los propios dioses. De hecho, para los antiguos egipcios hay poca diferencia entre las prácticas mágicas y religiosas. El concepto de magia, heka, estaba íntimamente ligado a la palabra escrita y hablada, por lo que el acto de pronunciar un ritual era una acción de creación; la acción y la pronunciación se consideraban lo mismo. El poder mágico de las palabras se extendió a las palabras escritas. Los egipcios creían que los jeroglíficos eran un invento del dios Tot y gozaban de poder, pues también transmitían toda la fuerza de un sortilegio. Esto era efectivo incluso cuando el texto se acortaba u omitía, como ocurre en los rollos tardíos del Libro de los Muertos y en los que las imágenes gozaban de mayor protagonismo. Los egipcios también creían que conocer el nombre de algo les daba poder sobre ello, por lo que el Libro de los Muertos dotaba a su propietario de los nombres místicos de muchas de las entidades que se encontraría en el más allá y de poder sobre ellas.
Organización:
Casi todos los ejemplares del Libro de los Muertos eran únicos, pues contenían una selección distinta de sortilegios de todo el corpus de textos disponible. Durante la mayor parte de su historia el libro no tuvo orden o estructura definida. De hecho, desde el temprano estudio de Paul Barguet de 1967 sobre los temas comunes entre los diferentes textos, los egiptólogos concluyeron que no había ninguna estructura interna.
Fue sólo desde el Período Saíta (la dinastía XXVI) en adelante cuando se dotó al libro de organización.
Los Libros de los Muertos de la Época Saíta tienden a organizar los capítulos en cuatro secciones:
- Capítulos 1-16 El difunto entra en la tumba, desciende a los infiernos y el cuerpo recupera el movimiento y el habla.
- Capítulos 17-63 Explicación del origen mítico de los dioses y los lugares, los fallecidos son obligados a vivir de nuevo a fin de que puedan surgir, nacer, con el sol de la mañana.
- Capítulos 64-129 Los fallecidos viajan a través del cielo en el arca solar como uno de los muertos benditos. Por la noche descienden al inframundo para presentarse ante Osiris.
Creación de un Libro de los Muertos:
Un papiro del Libro de los Muertos era creado por escribas, a los que la gente se los encargaba en preparación de su propio funeral, o por familiares de alguien recién fallecido. Eran artículos caros, pues una fuente da un precio de un deben de plata para un rollo del Libro, más o menos el salario anual de un trabajador. El papiro en sí era costoso y en muchas ocasiones se reutilizaba para el papeleo cotidiano y también para crear un Libro de los Muertos, creando palimpsestos.La mayoría de propietarios de Libros de los Muertos eran miembros de la élite social, e inicialmente sólo estaban reservados para los componentes de la familia real. Más tarde han sido hallados en las tumbas de escribas, sacerdotes y funcionarios. Sus poseedores solían ser hombres, y generalmente las viñetas incluyen también el retrato de sus esposas. Si en los primeros tiempos de la creación del Libro de los Muertos había sólo una copia de una mujer por diez pertenecientes a hombres, durante el Tercer período intermedio dos tercios correspondían a mujeres y en la etapa ptolemaica un tercio de los libros elaborados con escritura hierática tenían propietarias femeninas.
Las dimensiones de un Libro de los Muertos variaban ampliamente, pues los más cortos rondan 1 metro mientras que los más largos se acercan a los 40 metros. Están creados con hojas de papiro unidas cuya anchura varía de los 15 a los 45 cm. Los escribas que los elaboraban ponían bastante más cuidado en su escritura que en la de los documentos mundanos, y tenían gran cuidado de enmarcar el texto en sus márgenes y así evitar escribir en las uniones de las hojas. Las palabras peret em heru, «salida al día», aparecen algunas veces en el reverso de los papiros, tal vez actuando como un título. Normalmente los Libros eran prefabricados en los talleres funerarios y en ellos se dejaban espacios en blanco para añadir después el nombre del fallecido. Por ejemplo, en el Papiro de Ani, el nombre de «Ani» aparece en la parte superior o inferior de una columna, o inmediatamente después de una rúbrica para introducirlo a él como el pronunciador de un bloque de texto. Su nombre aparece manuscrito en el resto del papiro, aunque en algunos casos está mal escrito o ni siquiera aparece.
El Libro de los Muertos
A continuación una versión en PDF para ver o descargar:
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