Tratado Sobre La Tolerancia: Voltaire

Tratado Sobre La Tolerancia también conocido como Tratado de la Tolerancia, fue escrito por el filosofo francés François Marie Arouet (1694-1778) aproximadamente en el siglo XVII.

En 1685, Luis XIV revoca el edicto de Nantes, que permitía la libertad de cultos en Francia. En este clima de intolerancia religiosa, Voltaire escribe el Tratado sobre la tolerancia con ocasión de la muerte de Jean Calas y anima al resto de filósofos a hacer la guerra sistemáticamente al Infame, es decir, a cualquier religión, pero, sobre todo, a la católica de Roma.

Voltaire, a diferencia de Rousseau, pretende pasar de una oposición meramente intelectual a un lucha activa centrada en los casos particulares. El caso de Jean Calas, comerciante jansenista que fue declarado culpable en un juicio manipulado, y ajusticiado por un delito no cometido, iba a ser la primera aplicación de esa consigna que daba al resto de los filósofos. Voltaire organiza los datos de que dispone en una estrategia de combate sin antecedentes en la historia y que sólo puede compararse con una moderna campaña de prensa.

La historia de los Calas es, en el Tratado sobre la tolerancia, un trampolín para hacer un juicio al fanatismo: de los detalles particulares de Voltaire se eleva a las alturas bíblicas, históricas, metafísicas y conceptuales sin olvidar el recurso a los detalles del sentimiento personal. En sus momentos líricos, incluso parece encarnarse en los perseguidos para buscar el triunfo final de la filosofía y de las luces sobre el Infame.

Más detallado lo que sucedia en esos tiempos:
En 1787, Luis XVI, decreta el edicto de tolerancia para sus súbditos no católicos, Veinticuatro años después de que lo pidiera Voltaire en su Tratado de la Tolerancia, el derecho a un estado social igual para católicos y protestantes, consagrados por la Ley, serviría de poco esta firma de un monarca que hasta entonces se había demostrado impotente, para realizar esas y otras reformas por más que fuera obvia su necesidad: Poco después de la salida de este edicto se convocaba los Estados Generales: La revolución Francesa había empezado, y seria ella quien decretaría la “Declaración de los Derechos del Hombre.”

Todo el conflicto, guerras y enfrentamientos religiosos entre los países europeos, que sufrieron los ciudadanos, se origino por la corrupción de los papas, Alejandro VI que compro públicamente la tiara, Julio II animado por el mismo espíritu excomulgaba a reyes, y se enfundo en coraza y espada y León X que traficaba con las indulgencias, como en un mercadillo de semana.

El acoso durante más de doscientos años, a los heréticos, que a pesar de que pudieran tener algún error ce concepción, no eran malos súbditos, sino que desarrollaron la mente humana sepultada durante siglos en la barbarie. Como aquellos llamado herejes negaban el purgatorio, no reverenciaban las reliquias, y atacaban los dogmas muy respetados, se les respondió enviándolos a la hoguera o ejecutando a aquellos desafortunados mediante la barbarie de los tormentos y suplicios horrorosos.

Francisco I rey Frances, fue requerido por el parlamento de Provenza, influidos por los clérigos, para que enviara soldados actuar frente a lo que pretenden sus habitantes de Merindol y Cabrieres ante diecinueve personas de aquella región… fueron degollados seis mil, sin perdonar por sexo ni edad, redujeron a cenizas treinta poblados., no se defendieron, los degollaron como a reses en un cercado. Otros heréticos tomaron las armas, la rabia sucedió a la paciencia y respondieron imitando sus crueldades, nueve guerras civiles, convirtieron Francia en una carnicería. La paz llegó tras la noche de San Bartolomé donde se produjeron los crímenes más horrorosos como nunca hubo en los anales del crimen.

Hay gentes que pretenden hacer creer, que la humanidad, la indulgencia, la tolerancia son cosas horribles. De buena fe en tolerancia estás calamidades no habrían ocurrido. El furor que inspiran los dogmas, y el abuso de las diferentes creencias cristianas, han derramado sangre y creado desastres en Alemania, Inglaterra, Holanda y Francia, cuando hoy conviven si perturbación es esos Estados todo tipos de creencias.

Según Voltaire, el derecho humano no puede estar fundado en ningún caso más que en ese derecho de naturaleza; y el gran principio el principio universal de uno y otro, es en toda la tierra: “no hagas lo que no quieras que te hicieran”, No se entiende que bajo este principio, un hombre pueda decir a otro: Cree lo que yo creo y no lo que tu puedas creer o perecerás. En algunos países se dice cree o te aborrezco, cree o he de hacerte todo el daño que pueda. Monstruo, tu no tienes mi religión, por tanto no tienes religión: inspiras horror a tus vecinos, a tu ciudad a tu provincia.

La intolerancia es absurda y bárbara, es el derecho de los animales y es mucho más horrible, porque los tigres se despedazan y nosotros nos hemos exterminado por “unos parrafos”.

Existen testimonios contra la intolerancia: 
“Es una impiedad quitar en materia de religión la libertad a los hombres, e impedir que elijan una divinidad: Ningún hombre, ningún dios, querría un culto forzado (Apologética, capitulo XXIV)

La religión forzada, no es ya religión: hay que persuadir y no coaccionar (Lactancio libro III)

Es una herejía execrable querer ganarse por la fuerza, por los golpes o encarcelamientos, a quienes no se ha podido convencer mediante la razón (San Atanasio libro I)

Nada es más contrario a la razón que la fuerza (San Justino, mártir libro V) Recordar que las enfermedades del alma, no se curan con la coacción ni por violencia (Cardenal le Camus, Instrucción pastoral)

La exacción forzada, de una religión es una prueba evidente, de que el espíritu que la guía es un espíritu enemigo de la verdad, (Dirois, doctor de la Sorbona, Libro VI, capitulo IV)

Pasa en la religión como en los corazones, como si la persuasión fuera el resultado de la coacción (Boulanvilliers, situación de Francia)

Si el cielo os ha amado bastante, para haceros ver la verdad, os ha hecho una gracia; pero no es propio de los hijos que tienen la herencia de sus padres odiar a los que no la han tenido. (Espíritu de las leyes)

Si la religión esta destinada a hacernos felices en esta vida y el la otra, para ser feliz en la vida futura, se precisa ser justo, y en esta se necesita ser indulgente. Seria el colmo de la locura pretender llevar a todos los hombres a pensar de una manera uniforme sobre la metafísica.

Los pueblos solo se liberan de la intolerancia, a medida que se han civilizan, y la civilización lleva a la humanidad.


Tratado Sobre La Tolerancia: Voltaire  
A continuación una versión Online para ver o descargar:
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