Conociendo la recuperación de interés que ha suscitado la literatura alquímica desde hace veinte años, puede uno asombrarse de que la obra de Alexander von Bernus Alquimia y Medicina no hay a encontrado en Francia la audiencia que merece .
En las múltiples publicaciones de los últimos decenios, solamente lo han citado cinco o seis autores en su bibliografía, mi entras que la mayor parte de los otros hacían com o que le ignoraban. Esta actitud de indiferencia no es fortuita. Hay ahí algo del fenómeno del rechazo que se m a nifiesta en los injertos quirúrgicos. La obra de Bernus sacude bastante rudamente el confort intelectual de las otras escuelas alquímicas, y remite a su justo lugar a los comentaristas que se inflan a palabras en menosprecio de toda realidad.
La realidad alquímica en toda su am plitud, pocos autores la han cernido tan de cerca como Alexander von Bernus. El habla a m e nudo del Artista experimentado en el fuego. El mismo, con cuarenta y cinco años de presencia ininterrum pida ante su horno, fue el modelo ejemplar de ello. ¿Cómo podrían prevalecer simples opiniones ante esta sum a de experiencia?
El prejuicio más frecuente que se le opone sostiene que ha trabajado por las vías de la espagiria, en beneficio de la medicina. Al decir de los buenos autores, una y otra no serían sino adjuntos del Gran Arte, e insuficientes para conferir la Maestría en este dominio...
Se invocará, sin embargo, aquí la autoridad de un adepto, cuya cualidad de maestro no es discutible: Basilio Valentín, en Las doce claves de la filosofía. En su apéndice dice:
"Al comienzo... ningún azogue es útil, pero... del mejor metal, por arte espagírico, viene nuestro azogue puro, sutil, claro,... transparente como el cristal y sin grasa alguna. "
Y con anterioridad, en su prefacio, había info rm ado al lector del origen de su vocación:
"Tenía en mi monasterio un hermano al que ator mentaba el dolor nefrítico. El había consultado a muchos médicos y, no recibiendo de ellos asistencia eficaz,... ofrecía su vida a Dios. Emprendía la anatomía de las hierbas... ellas no eran lo bastante activas en su grado para que curasen este mal. Me puse. . . también a seguir esta ciencia fundamental que el Creador había ocultado en los metales y las minas de la tierra... Entre todas estas cosas, tomé un mineral... que es de grandísima eficacia en el arte. Para ello extraje una esencia espiritual y ésta restableció a mi hermano enfermo a su salud de antaño... Y así, por este tratado, he querido indicarte y abrirte la Piedra de los Antiguos, que nos viene del cielo, para la salud y la consolación de los hombres en este valle de miserias. . . "
Después de eso, ¿Quién osará todavía sostener que la espagiria no es la antecámara de la alquimia, ni la m e dicina uno de sus fines? Es ahí donde la obra de Bernus fastidia a los especuladores y los hacedores de fábulas, pues es el único, frente a la práctica, en haber puesto las cosas en su punto, sin escamoteos ni concesiones.
Alquimia y Medicina: Bernus Alexander
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