Los fantasmas translúcidos tienen la capacidad de volar, no se les ve la parte inferior del cuerpo -en su mayoría- y, pese a que generalmente muestran sus rasgos e incluso su vestimenta, es posible ver a través de ellos.
Algunos son feos, incluso horrendos, pero existen otros de bellas facciones y dulce voz; paralelamente a esta variación en la apariencia, esta clase de espíritus también presenta variación en la naturaleza moral y psicológica de sus ejemplares, existiendo así espíritus translúcidos malhumorados y neuróticos, afables y tranquilos, burlones y traviesos, buenos o ligeramente inclinados al mal, aunque nunca lo suficiente como para que se les deba tener miedo, lo que no quita que haya que tener cierto cuidado con ellos ya que, muestren la tendencia anímica que muestren, pueden sufrir alteraciones de animo bruscas y súbitas, pasando así de la dulzura a la cólera.
Aparecen generalmente en casas viejas, museos, bibliotecas, cementerios, castillos, haciendas o casas de campo. Todos ellos tienen algo que comunicar y, pese a tener la tendencia a no interactuar con los vivos, pueden ser muy insistentes si lo necesitan para transmitir su mensaje.
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