El significado de las raíces se asocia a la comunicación espiritual con el mundo de los muertos y el de las ramas y el tronco a la naturaleza, como fuente de fuerza, energía y de todo lo necesario para vivir en armonía con esta.
El árbol compone los tres ejes en los que se divide el cosmos. El subterráneo, por sus raíces. El terrenal, por su tronco. Y el celeste, por sus ramas. Por lo tanto, el árbol supone el eje del mundo, la conexión entre la tierra y el cielo. El árbol nace de la Madre Tierra, de donde surge toda la vida. Para el druida, la savia del árbol ofrecía sustento a la Tierra, y sus frutos proporcionaban el renacer de la vida humana. Lo mismo vemos en la cultura cristiana, por ejemplo, con los frutos del árbol del Edén, o también en las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. En la iconografía primitiva budista, vemos también cómo es el árbol Boddhi, bajo el cual Buda alcanzó la iluminación, el que representa al mismo Buda.
Encontramos también dos tipos de árboles, que simbolizan dos cosas diferentes. Los árboles de hoja perenne, que simbolizan la reencarnación, la inmortalidad, el renacimiento de la vida. Y los árboles de hoja caduca, que simbolizan el final, la muerte. Dos maneras diferentes de ver una misma realidad.
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