El procedimiento habitual de estafar mediante la alquimia era el de interesar a un hombre poderoso, generalmente un clérigo (la clerecía es aún hoy la presa favorita para el arte de los estafadores) y emplear la técnica inmemorial del charlatán para llevarlo a solicitar una demostración. El engañabobos se proveía de antemano con algo de oro y plata. Preparaba un horno, adquiría mercurio y un crisol, llenaba el crisol con mercurio y volcaba en él el precioso polvo, probablemente algo de cal o plomo rojo.
Mientras tanto, se había introducido algo de oro o plata genuinos en un pedazo de carbón de leña o en una hendidura en la punta de una varilla de agitar y sujeto con cera negra. Se calentaba el horno; se ponía en su sitio el carbón preparado sobre el crisol, o bien se usaba la varilla. La cera se derretía y el metal precioso caía dentro del mercurio; al aumentar el calor, el mercurio se volatilizaba, dejando la plata o el oro derretido en el crisol. ¿Hacía falta algo más como prueba? El incauto se desprendía fácilmente de grandes sumas para la adquisición de materiales de laboratorio y mercurio, o pagaba una gran suma por la receta para hacer la piedra... tras lo cual no volvía a ver más al fraudulento alquimista.
Continua leyendo sobre la alquimia (artículos consecutivos)
- ¿De dónde proviene la alquimia?
- Los dos tipos de alquimia
- Los alquimistas fraudulentos/charlatanes
- Los primeros alquimistas
- El instrumento alquimico
- El esplendor de la Alquimia
- La "casta de los alquimistas"
- El simbolismo alquímico.
- Las bases de la alquimia
- ¿Cómo trabaja el alquimista?
- El huevo alquimico
- La piedra filosofal
- ¿Existió realmente la piedra filosofal?
- Algunas transmutaciones célebres
- La necesidad de creer:
- Alquimia La alquimia de hoy
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