Himno a la belleza de Charles Baudelaire



Himno a la belleza (Ode à la beauté) es un poema maldito del escritor francés Charles Baudelaire, publicado en la colección de poemas de 1857: Las flores del mal (Les fleurs du mal).




 

He elegido como primer escrito a difundir el "himno a la belleza" de Charles Baudelaire y no pretendo con ello incoar su adoración, sino más bien su reconocimiento en el amplio espectro universal y es que en todos se encarnan las dos características universales que componen a un mismo ser, somos bellos y al mismo tiempo no lo somos, estamos cargados de luz y de oscuridad, somos malvados y a la vez bondadosos, nos categorizan en base a aquella característica que dejemos ver más seguido, más sin embargo en el fondo sabemos que tenemos un poco de cada una.

Muchas veces nuestra propia belleza es translúcida (en sentido abstracto), solo debemos encontrarla y reconocerla y lo más importante (así como señala Baudelaire) entender que esta se compone de lo bueno y de lo malo y que no es posible decir si lo bello viene de lo divino o de lo maldito, si es algo bueno o algo malo, simplemente tenemos que entender, que la belleza es cautivadora para todos y ante todos.


Charles Baudelaire

¿Qué abismos te condenan, qué cielos te redimen,
Belleza? - Tu mirar infernal y divino
derrama confundidos la caridad y el crimen:
- yo, que lo vi de cerca, lo he comparado al vino.

Un resplandor de aurora tus dos pupilas toca,
te envuelven los perfumes del poniente brumoso,
tus besos son un filtro y una ánfora tu boca
que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.

¿ Asciendes del abismo o bajas de los astros?
El Demonio te sigue rendido a tu mirada;
sangre o risa, al azar, vas dejando tus rastros
y lo gobiernas todo, sin responder de nada.

Pisoteas los muertos que te han sido sujetos;
el Horror es la más triunfante de tus joyas,
y el Crimen, por la larga cadena de amuletos
cuelga de tu cintura y en el vientre lo apoyas.

Lo efímero, pasmado en tu luz ardorosa,
crepita, estalla y dice: ¡bendigamos su llama!,
el amante, rendido a los pies de su dama,
parece un moribundo que acaricie su fosa.

Que tus gracias el cielo o los infiernos labren,
¿qué me importa, Belleza, monstruo ingenuo y maldito,
si tus ojos, tus pies y tu sonrisa me abren
las deseadas puertas del ignoto Infinito?

¡Satánica o divina, ven! Angel o Sirena
¿qué me importa, si me haces - hada de ojos cambiantes,
ritmo, perfume, luz, diosa mía serena, -
más tolerable al mundo, más cortos los instantes?

Charles Baudelaire

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