Dos nidos con mis cabellos
tejí en mis sienes y en ellos
se vino a posar un día
de tu boca el ave roja,
pérfida madre alegría
de mi incurable congoja,
Y en vano olvidar quisiera
lo que fue mi vida entera...
que tus besos maldecidos
como vampiros sedientos,
a mis sienes suspendidos
me chupan los pensamientos.
María Eugenia Vaz Ferreira (1875-1924)
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