Los elfos son un gran enigma dentro de la mitología nórdica; ya que dentro de sus leyendas, los elfos se desenvuelven casi al margen de los relatos; como los ecos de un mágico pasado que ha caído en desgracia. Afortunadamente para nosotros, el mito de los elfos jamás perdió del todo su antiguo esplendor: cedieron terreno ante otros seres mágicos, es cierto, pero sus sombras aún pueden sentirse como un susurro detrás del mito.
Nuestra visión sobre los Elfos ha cambiado enormemente en último siglo; en gran medida esto se debió a la monumental obra de Tolkien, quien devolvió a los elfos parte de su antigua nobleza. Otro autor a quien debemos cierto homenaje es a Lord Dunsany, fantástico escritor del siglo XIX, en cuyas páginas abunda el esplendor élfico envuelto en la más honda melancolía. A los que hayan disfrutado "El Señor de los Anillos" les recomiendo la que es probablemente la mejor novela sobre elfos escrita por Dunsany; La hija del rey del país de los elfos (The king of elflands daughter).
Los elfos han resultado enigmáticos tanto para los mitógrafos como para los folkloristas. Sus apariciones en relatos son numerosas y sin embargo no siempre se destacan en papeles relevantes. Nuestra intención es jugar un poco a ser detectives, y descubrir; en la medida en que nuestra pobre capacidad nos lo permita, vislumbrar algo del misterio que envuelve el mundo élfico. Comencemos por analizar el origen de su nombre. Llamados alf o alfa en islandés, elfor o ellefolk en escandinavia, elfvar en Suecia; elv para los daneses, alfvar, alf, alfar o alfr para los germanos; aelpen y aelf para los anglosajones. Todos estas nombres tienen sus cimientos en la raíz indoeuropea albho, "blanco, brillante, resplandeciente", aunque otros afirman que proviene de la voz nórdica "evele", con la que se denominaba a los hombres de rasgos delicados. Este punto es cuestionable, ya que este término es posterior a los primeros relatos conocidos sobre los elfos. En los Eddas, los elfos ya aparecen con una clara distinción; los elfos de la luz (ljiosalfar), y los elfos oscuros (svartalf). De estos hablaremos en otro artículo).
Los elfos de la luz habitan una región llamada Alfheim (casa de elfo) y a veces Ljiosalfheim (hogar de los elfos luminosos), es uno de los nueve mundos o planos; y se encuentra en el mismo nivel que la morada de los dioses (Valhal) y muy por encima de nuestro mundo o midgard (tierra media). Aquí los elfos son hermosos y brillantes, visten con finas telas y son bondadosos, aunque no muy dispuestos a tratar con los hombres. Alfheim era regido por un personaje no menos misterioso que los elfos. Su nombre es Frey, dios de la lluvia la fertilidad y del sol naciente.
Frey pertenecía a la raza de los Vanes, seres identificados con el mar, y tras algunas disputas, habitantes también del Valhal. Frey era el portador de la "espada de la victoria", que podía moverse sola y luchar en el aire, pero la abandonó para conquistar a Gerd, una gigante virgen. Frey posee también el jabalí de oro, regalo de los enanos; que podía correr como el más veloz corcel y cuyo resplandor lograba iluminar la noche más oscura. Hay quienes ubican el Alfheim dentro de los círculos de la tierra, y para ello se basan en la saga de Ynglinga, en donde se dice que: "El Alfheim en aquel momento era el nombre de la tierra entre el Raumelfr ("elfo de Raum) y el Gautrelf ("elfo de Gaut)" Las palabras "en aquel momento", indican que el nombre de la región era arcaico u obsoleto para la época (siglo XIII); y el elemento elfr de los toponímicos es una palabra común para "río" y no para "elfo", como ha querido verse, corresponde al bajo alemán "elve", "río".
De cualquier manera la saga de Ynglinga no es la única que hace referencia a un locación terrenal del Alfheim, ubicándola según algunos estudiosos en la provincia sueca de Bohuslan. En la saga de Vikingssonar de Thordsteins dice que aquellos ríos (El Raumelfr y el Gautrelf) fueron nombrados en honor del rey Alf el Viejo, quien durante una época fue señor allí, hasta se dice que tuvo amores con una elfo y de esta unión nacieron los más bellos humanos que hallan poblado la tierra del norte. Volvamos ahora a Frey, rey de los elfos. Como dijimos pertenecía a la raza de los vanes, y es aquí donde tal vez encontremos algunas pistas menos complicadas que las interminables genealogías de las sagas. Mientras los Ases (los dioses) eran de carácter más bien beligerante, los Vanes eran amantes de la riqueza y el buen vivir, son los señores del placer, la prosperidad y la paz. Tenían un profundo conocimiento de las artes mágicas y eran capaces de predecir el futuro. Se decía que Freya (una vania) fue quién le enseñó la magia a los dioses. Practicaban la endogamia y el incesto, actividades que eran despreciadas por los dioses.
Esto derivó en grandes conflictos cuando los católicos intentaron convertir a los nórdicos, especialmente en las comunidades costeras, las cuales adoraban a los Vanes con especial fervor Varios eruditos avalan la hipótesis de que los Eddas identifican a los Vanes con los elfos (alfr), es frecuente el hecho de que se intercambie a veces "Ases y Vanes" por "Ases y Alfes" cuando quieren referirse a todo el conjunto de dioses. Tanto los Vanes como los Elfos tenían potestad sobre la fecundidad, y este intercambio sugiere que tal vez los Vanes eran sinónimo de los Elfos. Si esto llegara a confirmarse con estudios más profundos, alumbraría con nueva luz el misterio de los Elfos; y los ubicaría en el noble lugar que una vez ocuparon , el de dioses. En otros artículos discutiremos la posición de los Elfos en la poesía y en las leyendas populares. Diremos para concluir este pobre análisis, que a pesar del poderoso trabajo de la iglesia por aplastar las creencias paganas, algunas lograron trascender el mero rito para convertirse en algo aún más sublime, fueron imaginación exenta de furor religioso, fueron poesía.
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