Un zombi -escrito erróneamente con la grafía inglesa zombie- es, originalmente, una figura legendaria propia de las regiones donde se practica el culto vudú.  Se trataría de un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero  para convertirlo en su esclavo. Por extensión, ha pasado a la  literatura fantástica como sinónimo de muerto viviente y al lenguaje  común para designar en sentido figurado a quien hace las cosas  mecánicamente como si estuviera privado de voluntad.
De acuerdo con la creencia, un houngan, bokor o hechicero  vudú sería capaz, mediante un ritual, de resucitar a un muerto, que  quedaría sin embargo sometido en adelante a la voluntad de la persona  que le devuelve a la vida. Estos muertos vivientes son llamados zombis. La palabra podría tener relación con el nombre de una serpiente divina que es objeto de culto en las regiones de lenguas níger-congo (también adorada en el vudú bajo el nombre de Damballa), y que está emparentada con el término kikongo nzambi, que significa dios. 
Aunque se han encontrado algunas referencias vagas sobres los zombies  en textos ancestrales, la primera aparición del personaje, tal como hoy  se lo conoce, se dio al final del siglo XVII. Para entonces su  presencia se limitaba a los relatos orales, a los mitos más  rudimentarios y disparatados. 
Desde tiempos remotos, los zombis formaron parte de las folclóricas  leyendas, las cuales hablaban de cadáveres que regresan a la vida, como  las momias o necrófagos,  quienes en un acto insolito regresaban para ajustar cuentas pendientes.  En el escalafón de la monstruosidad los zombis se consideraban los de  menor relevancia.
Pero las cosas cambiarian hacia el año de 1697, fecha en la que Paul-Alexis Blessebois  llevó a la literatura occidental a esa figura siniestra de la que había  escuchado en diversos viajes que realizó a la "América hostil". Tras su  vida en la isla Guadalupe y Perú, el escritor francés escribió El Zombi del Gran Perú (Le Zombie du Grand Pérou), un relato paródico, pero con tintes sobrenaturales.
Pese a que Blessebois no estableció un concepto claro del personaje,  si dejo las bases para una próxima revisión sobre esta clase de muerto  viviente. Un siglo después, en 1789, Moreau de Saint-Mery  concibió un diccionario relativo a la isla Santo Domingo. En éste el  autor afirma que el zombi es una palabra criolla, designada a un  espíritu o fantasma que regresa de la tumba. A los individuos embrujados  se les conocería como zombis. Antes de que en el siglo XX se  vislumbraran algunos casos sobre la veracidad de esos seres, y que  algunos haitianos demostraran sus dotes para inducir un trance letárgico  mediante pociones de hierbas y peces exóticos, la literatura aportó sus  propias historias.
Estas se originaron en el siglo XVIII, influenciadas por el oscuro romanticismo de Mary Shelley y su Frankenstein de 1818. Aunque esta novela no aborda el tema zombi, sí plantea uno de  los puntos fundamentales de su origen: el concepto de la resurrección de  los muertos, desde la visión de un cientìfico y su carrera contra el  tiempo. El relato inspiraría a los estadounidenses Edgar Allan Poe y Ambrose Bierce.
Allan Poe aportaría dos relatos fundamentales para la narrativa zombi. La Caída de la Casa Usher de 1839 y La verdad sobre el caso del Señor Valdemar de 1845; mientras que años más tarde Bierce haría palpables las  atmósferas terroríficas de los zombis como en el caso del gran relato La Muerte de Halpin Frayser de 1893.
En los años veinte del siglo XX, el norteamericano William Seabrook concretaría el concepto zombi, a través de su texto La isla mágica  de 1929. En su momento, la historia ubicada en un Haití del culto vudú y  repleta de esclavos resucitados, fue tachada de sensacionalista y  exagerada, pero se convirtió en una de las primeras grandes referencias  occidentales de los zombis.
Uno de los primeros exponentes de la literatura de terror en incluir lo que podrían considerar zombis modernos es H. P. Lovecraft (1890-1937) quien, por su ateísmo,  usualmente presenta en sus historias gran cantidad de muertos vivientes  que no son resucitados por medios mágicos ni sobrenaturales. Y si bien,  no en todas sus historias se explica como los muertos resucitan, en dos  de sus más conocidos trabajos sobre el tema; la serie Herbert West: Reanimador y la novela El caso de Charles Dexter Ward, los muertos son revividos por medios científicos.
Existen diversos libros a nivel mundial que tratan el tema de los zombis, como el de Max Brooks -hijo de Mel Brooks- con Zombi - Guía de supervivencia y Guerra mundial Z: Una historia oral de la guerra zombi. En España también se editó el libro Apocalipsis Z basado en un blog del mismo título, cuyo autor es el escritor español Manel Loureiro así como Los Caminantes, del malagueño Carlos Sisí, que narra cómo una pandemia zombi arrasa con la civilización tal y como se conoce, El Baile de los Secretos, donde se presenta una plaga de criaturas relacionadas con el zombi moderno y Oh No! Voy a convertirme en Zombi!  de Jason Daniel Greenfield y Martin Towers donde, en clave de humor, se  enseña a los zombis a sobrevivir en un mundo infectado por humanos.

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