La creencia en fantasmas puede ser inducida como alucinación por trastornos como la parálisis del sueño, el efialtes y otras diversas parasomnias, así como por síntomas como la disociación y enfermedades mentales como los diversos tipos de esquizofrenia (oír voces, ver alucinaciones, sufrir delirios) o las distintas afecciones del lóbulo temporal del cerebro, por ejemplo la Epilepsia; por otra parte el escotoma
obliga a veces al cerebro a crear delirios inconscientes: fantasea
creando imágenes fantasmas en los huecos donde percibe falta de
información visual, como han demostrado en otros casos experimentos
empíricos sobre percepción; a veces también engaña el cerebro creando historias mediante el síndrome de Korsakov o en condiciones de hipnosis o, más corrientemente, el sueño,
fabulando sobre bases reales (en condiciones de hipnosis, se produce un
sensible aumento de memoria, se decuplica, o más, por lo cual se pueden
recuperar datos que hacen la historia más verosímil).
Igualmente,
muchas drogas, los llamados alucinógenos, producen fantasías fantasmagóricas, como el LSD. La Comunicación después de la muerte inducida (CDMI en español, IADC en inglés) es una técnica terapéutica basada en la EMDR
que ayuda a los deudos a procesar y superar el sufrimiento por la
muerte de un ser querido por medio de la evocación de fantasmas. La CDMI
fue descubierta y desarrollada en 1995 por el psicólogo estadounidense Allan Botkin, durante su trabajo con veteranos de la guerra de Vietnam.
Se fundamenta en el demostrado valor curativo de las Experiencias cercanas a la muerte.
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