La tarde se adorna con nubes de oro,
Las hadas bailan en la pradera
Y el Nacken, coronado con hierbas,
Toca su violín en el arroyo de plata.
Niño en el pincel sobre el banco,
Descansando en el vapor violeta,
Oye de pronto el murmullo del agua fresca,
Llamando desde la noche inmóvil.
Pobre compañero ¿por qué tocas?
¿Acaso calmará tu dolor?
Puedes traer los bosques y los campos a la vida,
Más nunca serás un hijo de dios.
Las noches de luna en el paraíso,
Las flores edénicas -planicies coronadas
De ángeles en las alturas-
Nunca por el ojo fueron contempladas.
Lágrimas fluyen por el rostro del anciano,
Sumergiéndose profundo en los rápidos,
El violín calla.
El Nacken jamás volvió
A tocar en el arroyo de plata.
Erik Johann Stagnelius (1793-1823)
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