Mientras más existimos, más breves parecen
Las sucesivas etapas de nuestra vida;
En la infancia un día simula un año,
Y un año el paso de los siglos.
La corriente alegre de nuestra juventud,
Hecha de pasión y trastornos,
Se roba el tiempo como un río llano
Acariciando sus fronteras herbosas.
Como la mejilla agobiada crece en dolor,
Y la palidez de la pena se espesa,
Ustedes, estrellas, que miden el curso del hombre:
¿Por qué vuestro camino parece más rápido?
Cuándo la alegría pierde su flor y su aliento,
Y la vida misma parece insípida:
¿Al cruzar la Muerte y su caída
Sentimos vuestra marea más intensa?
Puede ser extraño ¿pero quién cambiaría
El curso del tiempo por un paso lento,
Cuándo uno a uno nuestros amigos parten,
Dejándonos el pecho cubierto de sangre?
El cielo otorga a nuestros años efímeros
Una indiferencia ante la velocidad;
A los años jóvenes una aparente serenidad,
Proporcional a su dulzura.
Thomas Campbell (1777-1844)
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