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"Epitafio de Villon" o "Balada de los ahorcados", de François Villon


La fecha de este poema se desconoce así como su verdadera vida, pero aun así este fue su creación más celebrada es "La balada de los ahorcados", escrita cuando esperaba su ejecución en la horca.








 François Villon (1431 o 1432? - 1463?)

Hermanos humanos, que viven después de nosotros,
no tengan contra nosotros endurecidos corazones,
pues, teniendo piedad de nuestras pobres almas,
Dios la tendrá antes de ustedes.
Aquí nos ven atados, cinco o seis:
en cuanto a la carne, que hemos alimentado en demasía,
hace tiempo que está podrida y devorada
y los huesos, nosotros, ceniza y polvo nos volvemos.
De nuestros males no se burle nadie;
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.

Si hermanos nos llamamos, en nuestro clamor sin desdén
nos traten, aunque hayamos sido muertos
por Justicia. Pues deben entender
que no todos los hombres pueden ser sensatos;
perdónennos ahora, ya que hemos partido
hacia el hijo de la Virgen María;
que su gracia no nos sea negada
y pueda preservarnos del rayo infernal.
Muertos estamos, que nadie nos moleste:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.

La lluvia nos ha limpiado y lavado,
y el sol desecado y ennegrecido;
urracas, cuervos, nos han cavado los ojos
y arrancado la barba y nuestras cejas.
Nunca jamás, ni un instante, pudimos sentarnos:
luego aquí, luego allá, como varía el viento,
a su placer sin cesar nos acarrea,
siendo más picoteados por los pájaros que dedales de coser.
De nuestra cofradía nadie sea:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.

Príncipe Jesús, que sobre todo reinas,
guarda que el Infierno no tenga sobre nosotros dominio:
nada tenemos que hacer con él ni que pagarle.
Hombres, en esto no hay ninguna burla:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.


 François Villon (1431 o 1432? - 1463?)

La Destrucción de Charles Baudelaire



Bendicion (bénédiction) es un poema maldito del escritor francés Charles Baudelaire, publicado en la colección de poemas de 1857: Las flores del mal (Les fleurs du mal).











La Destrucción de Charles Baudelaire (1821-1867) 


A mi lado sin pausa el Demonio se agita;
Ami lado flota como el aire impalpable;
Lo bebo y siento cómo abrasa mis pulmones
ahogándome en un deseo culpable y eterno.

Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,
la apariencia de la mujer más seductora,
y acudiendo a especiosos pretextos cobardes,
acostumbra mis labios a sus depravados hechizos.

Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
De las hondas y solitarias planicies del Hastío,

Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento artificio en donde habita la Destrucción!



Charles Baudelaire (1821-1867)

Bendiciòn de Charles Bauldelaire



Bendicion (bénédiction) es un poema maldito del escritor francés Charles Baudelaire, publicado en la colección de poemas de 1857: Las flores del mal (Les fleurs du mal).







Bendicion (bénédiction) Charles Baudelaire (1821-1867)

Cuando por un decreto de las fuerzas supremas
aparece el poeta en el tedio del mundo,
su madre, horrorizada, de blasfemias henchida,
alza hasta Dios, piadoso, sus dos puños crispados:

¡Ah! ¿por qué no parí todo un nido de víboras
en vez de alimentar esta triste irrisión?
¡Maldita sea la noche de efímeros placeres
en la cual concibió mi vientre su castigo!

"Y ya que me elegiste entre tantas mujeres
para ser el horror de mi triste marido,
y que no me es posible devolver a la llama,
cual amorosa esquela, este monstruo raquítico,
he de hacer que recaiga tu aversión que me agobia
sobre el torpe instrumento de todas sus crueldades;
y tanto estrujaré a ese mísero arbusto
que nunca brotarán sus apestosas yemas".

Y de su odio absorbe así el espumarajo,
mientras, sin comprender los eternos designios,
ella misma dispone en la honda Gehena
la hoguera que castiga los maternales crímenes.

Mas bajo la custodia invisible de un ángel
el niño abandonado se embriaga de sol,
y en todo lo que bebe y en todo lo que come
paladea ambrosía y néctares bermejos.

Y juega con los vientos y charla con la nube;
se emborracha cantando, camino de la cruz,
y el genio que le sigue en su peregrinaje
llora viendo su júbilo de pájaro en el bosque.

Los que él desea amar le observan temerosos,
o bien, estimulados por su tranquilidad,
compiten para ver quién le arrance un lamento
aguzando en su carne sus feroces instintos.

En el vino y el pan que se lleva a la boca
mezclan con la ceniza impuros salivazos;
hipócritas rechazan lo que toca su mano;
se acusan de poner el pie sobre sus pasos.

Su mujer va gritando, sin pudor, en la plaza;
"Puesto que mi hermosura atrae su adoración,
tomaré la actitud de los antiguos ídolos,
y haré que como a ellos me cubran de riquezas.

Y me hartaré de nardos, de inciensos y de mirra,
y de genuflexiones, de viandas, de vinos,
para saber si logro en su pecho asombrado
usurpar sonriendo el divino homenaje.

Y en cuanto me fastidien estas farsas impías,
pondré sobre su cuerpo mi leve y fuerte mano,
y mis uñas, lo mismo que las de alguna arpía,
abrirán una senda hasta su corazón.

Y como un pajarillo que palpita y que tiembla,
lo arrancaré en su seno, sangrante, enrojecido,
y para que se sacie mi animal predilecto,
lo dejaré caer, desdeñoso, en la tierra!"

Al Cielo, donde ve un trono reluciente,
el Poeta, sereno, lleva sus dos brazos
y la relampagueante lucidez de su espíritu
ocúltale el airado semblante de los pueblos.

"Sed bendito, Dios mío, que otorgáis el dolor
cual divino remedio de nuestras impurezas
y como la más pura y más divina esencia
que dispone a los fuertes para los santos goces.

Yo sé que reserváis un lugar al Poeta
en la fila dichosa de las santas Legiones,
y que lo convidáis para la eterna fiesta
de las Dominaciones, los Tronos, las Virtudes.

Yo bien sé que el dolor es la única nobleza
donde no morderán la tierra ni el infierno,
y que para trenzarme una corona mística
son precisos el mundo y todas sus edades.

Ni las perdidas joyas de la antigua Palmira,
los metales incógnitos y las perlas del mar,
engarzadas por vosotros, serían suficientes
para esa bella diadema, resplandeciente y clara;
--pues habéis de labrarla tan solo con luz pura,
en el sagrado lar de esos rayos primeros--,
no son más que espejos, lastimosos y obscuros".

Charles Baudelaire (1821-1867)

El amor y el cráneo de Charles Baudelaire






 El amor y el cráneo (L'amour et le crâne) es un poema maldito del escritor francés Charles Baudelaire, publicado en la colección de poemas de 1857: Las flores del mal (Les fleurs du mal).







L'amour et le crâne, Charles Baudelaire (1821-1867)

El amor está sentado en el cráneo
de la Humanidad,
y desde aquel trono, el profano
de risa desvergonzada,

sopla alegremente redondas pompas
que flotan en el aire,
alcanzando los mundos
en el corazón del éter.

El globo frágil y luminoso
toma un gran impulso,
estalla y exhala su alma delicada,
como un sueño de oro.

Y oigo el cráneo rogar y gemir
a cada burbuja:
-Este juego feroz y ridículo,
¿cuándo terminará?

Pues lo que tus labios crueles
esparcen sobre el aire,
monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!

Charles Baudelaire (1821-1867)

Sobre una Persona que ha muerto en el Lecho de Amy Levy


Sobre una Persona que ha muerto en el Lecho ( On a Person Who Died in Bed ) es un poema victoriano de la escritora inglesa Amy Levy.

















On a Person Who Died in Bed, Amy Levi (1861-1889)





Este es su final, aquí yace él.
El polvo en su garganta, el gusano en sus ojos,
Los hongos en la boca, la hierba sobre su pecho.
Este es su final, y eso es lo mejor.
Ya nunca yacerá despierto sobre el sofá,
Con los ojos abiertos, lacrimosos, hasta que el día llegue.
Ya nunca sonreirá sin sentido
Mientras su corazón atraviesa el tiempo.
Ya nunca estirará sus manos en vano,
Para acariciar y acariciar, nunca más.
Ya no pedirá pan, sólo recibirá piedras,
Aunque en su fantasía sólo degustará tierra.
Ya nunca se debatirá entre lo falso y verdadero,
Pesando y tomando notas sobre lo efímero.
Ya nunca el dolor se ahogará en suspiros.
Este es su final, y aquí yace él.

Amy Levi (1861-1889)

¿Es amor? de Amy Levy



¿Es amor? (¿Is it love?) es un poema de amor de la escritora inglesa Amy Levy, publicado en la antología poética de 1889: Un plátano londinense y otros versos (A London Plane-Tree and Other Verses).







¿Is it love? Amy Levy (1861-1889)

¿Es Amor o es Fama
Esta cosa por la cuál suspiro?
Quizás no tenga sentido
Encontrarle un nombre terrenal.

No sé qué puede aliviar mi pasado,
Ni cómo llamar a eso que deseo;
La pasión de mis sentimientos
Ruge como un tigre encadenado.

Amy Levy (1861-1889)

Adios! de Alfonsina Storni

Adios de Alfonsini Storni ( 1892-1938 )

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
?de llagas infectas? ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...


Alfonsini Storni ( 1892-1938 )

Anillos de ceniza: Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik (1936-1972)

A Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

Alejandra Pizarnik (1936-1972)

Amor

Amor, Delmira Agustini (1886-1914)

Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
Hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
Era un mar desbordado de locura y de fuego,
Rodando por la vida como un eterno riego.

Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
Que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
Después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
Sonaba sus cristales el alma de la fuente.

Y hoy sueño que es vibrante, y suave, y riente, y triste,
Que todas las tinieblas y todo el iris viste;
Que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,
Sobre la vida toda su majestad levanta:
Y el beso cae ardiendo á perfumar su planta
En una flor de fuego deshojada por dos...

Delmira Agustini (1886-1914)

HORAS DE JUNIO

Carlos Pellicer Camara

I

Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,
agua de mis imágenes, tan muerta,
nube de mis palabras, tan desierta,
noche de la indecible poesía.

Por ti la misma sangre -tuya y mía-
corre al alma de nadie siempre abierta.
Por ti la angustia es sombra de la puerta
que no se abre de noche ni de día.

Sigo la infancia en tu prisión, y el juego
que alterna muertes y resurrecciones
de una imagen a otra vive ciego.

Claman el viento, el sol y el mar del viaje.
Yo devoro mis propios corazones
y juego con los ojos del paisaje.

II

¿Cuál de todas las sombras es la mía?
A todo cuerpo viene la belleza
y anticipa en los aires la proeza
de ser sin el poema poesía.
Junio dos nubes mágicas me fía
y ya soy cielo en que la duda empieza.
¿Apoyaré tan pronto la cabeza
en la mano profunda que aún no es mía?

En palabras de amor se va la hermosa
vida junto a la espina y a la rosa,
tan alta siempre que cuando la hallamos
antes sangran los dedos con la espina;
y la rosa en la altura de sus ramos
ya es otra rosa que se indetermina.

III

Junio me dio la voz, la silenciosa
música de callar un sentimiento.
Junio se lleva ahora como el viento
la esperanza más dulce y espaciosa.

Yo saqué de mi voz la limpia rosa,
única rosa eterna del momento.
No la tomó el amor, la llevó el viento
y el alma inútilmente fue gozosa.

A1 año de morir todos los días
los frutos de mi voz dijeron tanto
y tan calladamente, que unos días

vivieron a la sombra de aquel canto.
(Aquí la voz se quiebra y el espanto
de tanta soledad llena los días.)



Carlos Pellicer Camara

NOCTURNO "B"

No tengo tiempo de mirar las cosas
como yo lo deseo.
Se me escurren sobre la mirada,
y todo lo que veo
son esquinas profundas rotuladas con radio,
donde leo la ciudad para no perder tiempo.
Esta obligada prisa que inexorablemente
quiere entregarme el mundo con un dato pequeño.
Este mirar urgente y esta voz en sonrisa
para un joven que sabe morir por cada sueño.
No tengo tiempo de mirar las cosas,
casi las adivino.
Una sabiduría ingénita y celosa
me da miradas previas y repentinos trinos.
Vivo en doradas márgenes; ignoro el central gozo
de las cosas. Desdoblo siglos de oro en mi ser.
Y acelerando rachas -quilla o ala de oro-,
repongo el dulce tiempo que nunca he de tener.

NOCTURNO "A"

 Carlos Pellicer Camara

Noche. Mar de silencio. Van las meditaciones
desenrollando lentas sus claras devociones.
El faro del espíritu clarea esas ondas suaves
que van ampliando el círculo de sus evoluciones
para regir el curso sereno de las naves.
La paz del alma que sabe cantar sus horas
vela esa vida íntima de tramas seductoras
en que el dolor se ama. ¿Por qué? ¿Resulta acaso
que ese dolor es sombra de un cariño? Las horas
te dirán en silencio: camina paso a paso. . .
Mienten las horas. Mienten. Mata la indiferencia
que no sabe del triunfo de una linda cadencia;
si paso a paso vas por la vida, jurando
que has vencido, te engañas: esa pobre creencia
guardamos los que siempre vivimos adorando. . .

Adora el desaliento de esa melancolía;
no huyas de la grata penumbra que concede.
El ave del crepúsculo canta la melodía
¡de lo que pudo el alma, de lo que el alma puede!

Alegría, una gota, que esa gota bendita
habrá caído al vaso que gozará la flor...
¡Bríndasela a tu alma para toda la vida
en el regio festín que presida el dolor!

 Carlos Pellicer Camara

Cuando el ojo del día se cierra

When the eye of the day is shut, A.E. Housman (1859-1936)

Cuando el ojo del día se cierra
y emiten sus guiños las estrellas
cerca de mi cabaña forestal
truena furioso el bosque de los sueños

Hundidos en arena de alta mar
todos los corazones que me amaron
y que no volverán a amarme
vienen hasta mi puerta a reclamarme.

Dormid inmóviles, volved a aquellas
arenas que os cubrieron de olvido.
En lejanas moradas, sobre lechos
vacíos, descansad.

Sobre el eterno polvo o en el cieno
allí donde no perturbéis mis noches.
Dormid allí. Que nunca mas volváis
a derribar mi puerta y reclamarme.

A.E. Housman (1859-1936)

Sueños

Dreams, Edgar Allan Poe (1809-1849)

¡Ojalá mi joven vida fuese un sueño duradero!
Y mi espíritu yaciera hasta que el rayo certero
De la eternidad presagiara el nuevo día.
¡Sí! Aunque el largo sueño fuese de agonía
Siempre sería mejor que estar despierto
Para quien tuvo, desde su nacimiento
En la frágil tierra, el corazón
Prisionero del caos de la pasión.

Mas si ese sueño persistiera eternamente,
Como mis viejos sueños infantiles
Solían persistir, si aquello ocurriese,
Sería absurdo esperar un milagro.
Pues he soñado que el sol resplandecía
En la bóveda estival, lleno de luz tardía,
Y que mi corazón vagaba
Por climas remotos y creados,
Junto a seres imaginarios, sólo pensados
Por mí, ¿qué más podría haber visto?.

Pero una vez, una única vez, y ya no lo olvidaré,
Aquel extraordinario momento, un poder o no sé qué,
Me hechizó, o quizás fue que el viento helado
Sopló de noche y al huir dejó marcado
Su rastro en mi espíritu, o quizás fue la Luna
Que brilló en mis sueños con particular fortuna,
O bien las estrellas, en cualquier caso,
El sueño fue como ese viento: dejémosle pasar.

Yo he sido feliz, aunque fuera en sueños.
Fui feliz, y los adoro: ¡Sueños!
Tanto por su colorido intenso
Que los oponen a lo real, y porque al ojo delirante
Ofrecen los tesoros más bellos y abundantes
Del paraíso y el amor, ¡y todos nuestros!
Tal como la esperanza pertenece a la juventud.

Edgar Allan Poe (1809-1849)

Un Sueño dentro de un Sueño: Edgar Allan Poe

A Dream within a Dream, Edgar Allan Poe.

¡Toma este beso sobre tu frente!
Y, me despido de ti ahora,
No queda nada por confesar.
No se equivoca quien estima
Que mis días han sido un sueño;
Aún si la esperanza ha volado
En una noche, o en un día,
En una visión, o en ninguna,
¿Es por ello menor la partida?
Todo lo que vemos o imaginamos
Es sólo un sueño dentro de un sueño.

Me paro entre el bramido
De una costa atormentada por las olas,
Y sostengo en mi mano
Granos de la dorada arena.
¡Qué pocos! Sin embargo como se arrastran
Entre mis dedos hacia lo profundo,
Mientras lloro, ¡Mientras lloro!
¡Oh, Dios! ¿No puedo aferrarlos
Con más fuerza?
¡Oh, Dios! ¿No puedo salvar
Uno de la implacable marea?
¿Es todo lo que vemos o imaginamos
Un sueño dentro de un sueño?

Edgar Allan Poe (1809-1849)

No hay un Mañana.

There's no Tomorrow, Ann Finch, condesa de Winchilsea (1661-1720)

Largo tiempo han amado, y ahora la ninfa deseada
Viste la mortaja del matrimonio, como lo requiere el caso;
Urgida en el día donde su tristeza fue forjada,
Él prometió casarse con ella mañana.
Una y otra vez lo juró, para aplacar la tormenta
Que con sus votos habría de invocar.
El Mañana llegó en plácidas sucesiones;
Impacientes cada uno en si, la dama encinta
Lo conmina a mantener la palabra,
Y el infame sostiene sus mentiras.
Cuando al final, agotado, sin compasión,
Ajeno al remordimiento de la confesión,
Por sus juramentos eligió el engaño, la ilusión
De que era libre cuando no había un Mañana.
Pues cuando llegó el momento
Pensó que el mundo es Hoy,
Que no hay dicha en el Mañana.

El cuento es fantasía, más su moral es verdadera;
Mañana y mañana, nuestra juventud nos engaña:
En la decrepitud permanecerán las lágrimas.
El moribundo jamás piensa que hoy morirá;
Deshecha todos los designios del Señor:
Para la mente despierta no hay un Mañana.

Ann Finch, condesa de Winchilsea (1661-1720)

Noches Grises.

Grey Nights; Ernest Christopher Dowson (1867-1900)

Vagamos por un tiempo (este fue mi sueño)
Por un largo sendero de la Tierra Muerta,
Dónde sólo las amapolas crecen en la arena,
Aquellas que arrancamos con escasa estima,
Y siempre tristes, hacia una triste corriente
Seguimos avanzando con los dedos entrelazados,
Bajo las estrellas distantes, un camino imprevisto,
La visión de todas las cosas en la sombra de un sueño.

Y siempre tristes, mientras las estrellas expiraron,
Las más extrañas amapolas encontramos,
Hasta que tus ojos cultivaron toda mi luz,
Para iluminarme en aquella hora de cansancio,
Y en su oscurecimiento ninguna conjetura podría
Atormentarme con los días perdidos que deseamos,
¡Después de ellos mis recuerdos fueron destrozados!

Ernest Christopher Dowson (1867-1900)

Muerte Prematura.

Early Death; Elizabeth Eleanor Siddal (1829-1862)


No te lamentes con amargas lágrimas
Por la vida que pasa rápido;
Las puertas del cielo se abrirán anchas
Y hacia ellas me llevarán al final.

Siéntate dócil y manso junto a mí
Y observa mi joven vida mientras huye;
Entonces la paz de una muerte solemne
Vendrá tranquilamente hacia nosotros.

Pero mi Amor, búscame en la multitud
De los etéreos espíritus del pasado,
Entre las mías yo tomaré tu mano
Y sabré que eres mío al final.

Elizabeth Eleanor Siddal (1829-1862)

Mi Voz.

My Voice, Oscar Wilde (1854-1900) .

Dentro de este inquieto, apresurado y moderno mundo,
Arrancamos todo el placer de nuestros corazones, tu y yo.
Ahora, las blancas velas de nuestra nave ondean firmes,
Pero ha pasado el momento del embarque.

Mis mejillas se han marchitado antes de tiempo,
Tanto fue el llanto que la alegría ha huido de mi,
El Dolor ha pintado de blanco mis labios,
Y la Ruina baila en las cortinas de mi lecho.

Pero toda esta tumultuosa vida ha sido para ti
No más que una lira, un luto,
Un sutil hechizo musical,
O tal vez la melodía de un océano que duerme,
La repetición de un eco.

Oscar Wilde (1854-1900)

Misterio

Mystery; D.H. Lawrence (1885-1930)

Soy un enorme
Tazón de besos,
Como el alto
Y delgado cuenco
Llenado en Egipto
Para los excesos de Dios.

Alcé hacia ti
Mi tazón de besos,
Y a través del receso
Azul del templo,
Lloré hacia ti
Con salvajes caricias.

Y hacia mis labios
La pasión deslizó
Un rubor brillante,
Y por mi silueta
Blanca y delgada fluyó
El himno tonante.

De pie frente al altar
Ofrecí el cáliz,
Y lloré hacia el cielo,
Para que te inclines
Y bebas, oh, Señor.

Oh, bebed mi cuerpo,
Que tal vez yo sea
El interior del cuenco,
Como un misterio,
Como el vino inmóvil
En el éxtasis.

Brillantes todavía
En el éxtasis,
Vinos mezclados
De ti y de mí,
En un completo
Y absoluto Misterio.

D.H. Lawrence (1885-1930)