Hay música en mi corazón todo el día,
La oigo en la aurora y en el crepúsculo,
Proviene de ignotas tierras lejanas,
El viento que sacude las espigas.
Por encima de los montes bañados en rocío
El cielo cuelga suave y perlado,
Un mundo de esmeraldas escucha deseando
Al viento que sacude las espigas.
Sobre las cimas azuladas de las montañas
La alondra esconde su melodía,
Y las rocas continúan la sinfonía
Del viento que sacude las espigas.
Incluso en el verano, atravesada la primavera,
Me convoca tarde y temprano,
Vuelve a Casa, Vuelve al Hogar, así suspira
El viento que agita las espigas.
Katharine Tynan Hinkson (1861-1931)
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