Where she told her love; John Clare (1793-1864)
La vi arrancar una rosa
Al comenzar el día, temprano,
Y fui a besar aquel páramo
Donde ella rompió su rosa;
Entonces vi los anillos
Donde su estilo era un secreto,
Y me enamoré de todos los objetos
Donde sus ojos habían caído.
Si ella viese el abismo
O las cálidas hojas dobles,
Ya sea de un olmo o un viejo roble,
Jamás sabría lo caras que esas cosas son para mi.
Poseo una agradable colina,
Allí me siento por horas, erráticas,
Donde ella arrancó hierbas aromáticas
Y otras pequeñas flores;
Allí murmuró ella, como la
la belleza canta en sueños,
Y la amé cuando derramó sobre su pecho
Algo similar a un llanto pequeño,
Bañando el lunar oscuro de su cuello,
Que a mis ojos era un diamante eterno;
Entonces mis labios ardieron
Y en mi corazón se consumieron.
Hay un pequeño espacio verde
Donde pasa indolente el ganado,
Donde descubrí un pálido sábado
La cosa más querida del mundo.
Un pequeño roble se extiende sobre él,
Arrojando una sombra redonda,
La hierba oscura allí se demora,
El verde más intenso que haya conocido:
Allí no hay penas ni dolor
No hay bosques ni arboledas,
Pero fue en aquella mágica tierra
Donde ella confesó su amor.
John Clare (1793-1864)
La vi arrancar una rosa
Al comenzar el día, temprano,
Y fui a besar aquel páramo
Donde ella rompió su rosa;
Entonces vi los anillos
Donde su estilo era un secreto,
Y me enamoré de todos los objetos
Donde sus ojos habían caído.
Si ella viese el abismo
O las cálidas hojas dobles,
Ya sea de un olmo o un viejo roble,
Jamás sabría lo caras que esas cosas son para mi.
Poseo una agradable colina,
Allí me siento por horas, erráticas,
Donde ella arrancó hierbas aromáticas
Y otras pequeñas flores;
Allí murmuró ella, como la
la belleza canta en sueños,
Y la amé cuando derramó sobre su pecho
Algo similar a un llanto pequeño,
Bañando el lunar oscuro de su cuello,
Que a mis ojos era un diamante eterno;
Entonces mis labios ardieron
Y en mi corazón se consumieron.
Hay un pequeño espacio verde
Donde pasa indolente el ganado,
Donde descubrí un pálido sábado
La cosa más querida del mundo.
Un pequeño roble se extiende sobre él,
Arrojando una sombra redonda,
La hierba oscura allí se demora,
El verde más intenso que haya conocido:
Allí no hay penas ni dolor
No hay bosques ni arboledas,
Pero fue en aquella mágica tierra
Donde ella confesó su amor.
John Clare (1793-1864)
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