Más allá de la pálida memoria,
En algún misterioso bosque oscuro;
Existe un lugar hecho de sombras,
Silencioso bajo la bóveda de árboles,
Un lugar olvidado por el sol:
He soñado que allí nos reuníamos
Para maravillarnos de nuestro antiguo amor.
Reunidos allí por casualidad, largos años habían pasado,
Hemos vagado por la espesura sombría;
Y aquel antiguo lenguaje del corazón
Intentamos en vano evocar: ¡Oh, que melodía furtiva!
Sobre nuestros pálidos labios han corrido
Las aguas del olvido,
Que corona el amor de todos los mortales.
En vano balbuceamos; desde lejos,
Nuestro viejo deseo brilló frío y muerto:
Esa vez fue lejano como una estrella,
Cuando los ojos alumbraban y los labios eran carmesí.
Sin embargo fuimos con los ojos abatidos,
Sin encontrar placer en la cercanía,
Como dos pobres sombras desconsoladas.
¡Oh, Amor! Mientras la vida es nuestra,
No acumules las bellezas rosas y blancas,
Pero arranca la hermosura que huye de las flores
Para que adornen nuestro pequeño sendero de luz:
Pues pronto habremos de ahogarnos
En la amarga hierba de los muertos.
Separados, tristes espectros de la noche.
Ernest Christopher Dowson (1867-1900)
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