Escucho una extraña música en los árboles;
Veo su suave melodía agitándose
Sobre nubes y espigas; casi puedo sentir la brisa
Que ondea sobre las brillantes plumas de las aves,
Corriendo y saltando de rama en rama;
Una salvaje dicha por la vida se expande
Y retorna desde el Otro Mundo hasta mí;
Radiante en su melodía yace sobre mí,
Estremece mi espíritu, como el viento de estío
Que tiembla sobre las penas del sauce,
En una extraña y frágil tristeza:
Alegre, dolorosa, silenciosa,
Difusa, vaga, indefinida.
Aquí descanso entre los despojos
De mi esperanza; ¿debo dejar atrás
Todas las visiones hermosas y grandes;
Agotando la vida en su porción de poesía?
¡Estoy muriendo!
¡Oh, Luz maravillosa! ¡Oh, Música cautivante!
Mi alma ha reposado con vosotras.
¡Oh, Belleza, celestial belleza! ¿Es por ti
Que debo pasar y desaparecer,
Aunque tu seas siempre nueva,
Recién nacida y resplandeciente como el rocío?
Me he sentido cómodo entre los Grandes,
Los Justos y los Magnificentes;
¿Es posible que la mano
Que azotó la nota mística
De su vasto instrumento,
Pueda perecer completamente?
¿Es posible que la noche
En la que ahora me hundo
No conozca un nuevo amanecer?
¿Puede este sentimiento finalmente decaer?
¡Oh, espíritu, inclina tu frente!
¡Oh, alma, hinca tus rodillas!
Aguarda en calma hasta que la luz
Quiebre tu temblor, tu profunda ansiedad.
¡Lejos se esconde la eternidad!
¿Qué es esta Sombra, este Misterio?
¡El libro más sagrado!
Grandes hombres han venido
Desde épocas aciagas, con sus agonías oscuras,
Implorando, dudando, inciertos.
La ferocidad inexpresable del espíritu mudo
Se aferra a tí.
¡Oh, espíritu, desciende sobre mí;
Desencadena mi interior mientras te observo!
Mis manos son atadas frente a mi,
Y mis ojos se han vaciado en plegarias.
¡Tú, Hombre del Calvario!
¡Tú, el Justo entre los justos!
Con la sangre expiatoria en tu frente y tu costilla,
Acércate, y deja que bese vuestros pies,
Deja que reciba tu santidad, y que mi alma se eleve
Completa, serena, pura, pacífica.p
Sonríe mientras estos despojos reciben el bálsamo,
Y mi espíritu pétreo aguarda con ansias
Entre las penumbras,
En paz.
George Heath (1844-1869)
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