En insaciable sed de amor y gloria,
ardió mi pecho en juventud florida;
luché y la noble palma apetecida
puso en mis sienes la inmortal victoria.
Negra fue en cambio del amor la historia;
que el alma triste de su dardo herida,
una esperanza y mil lloró perdida,
en vez del oro hallando vil escoria.
La nieve empieza a coronar mi frente,
y encendido por ti, de amor abrigo
dentro del corazón volcán rugiente.
Gloria y amor gozar quiero contigo;
mas si la pura fe tu labio miente,
amor y gloria, cual Satán, maldigo.
José Amador de los Ríos (1818-1878)
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