Filme, Drácula: 1992 |
Para conocer la historia del Empalador, debemos remitirnos a una canción compuesta en 1463 por el juglar germánico Michel Becheim, donde cuenta la historia de un noble valaco que se refugió en la corte del rey húngaro Matías I Corvino, del que Becheim era súbdito. Este noble tenía por nombre Vladimir II Basarab, y al parecer su padre, Mircea el Viejo, lo envió a la corte de Segismundo de Luxemburgo (rey de Hungría anterior a Corvino) como parte de una alianza entre los dos monarcas. Valaquia, fundada en 1290, fue parte del Imperio Austro-Húngaro hasta la Primera Guerra Mundial, y es uno de los principados que conforman la actual Rumania, junto con Moldavia y Transilvania. Las montañas de Valaquia y su paso hacia Transilvania, son tránsito obligado para cualquier ejército que desde Asia quiera invadir a Europa Oriental y extenderse al resto de Europa. Esta posición estratégica ha hecho que sea una zona en permanente conflicto a través de los siglos.
En 1431, Segismundo de Luxemburgo (que se convertiría en Sacro Emperador Romano), convocó un grupo de príncipes y vasallos que consideraba útiles como aliados políticos y militares, con el fin de iniciarlos en la Orden del Dragón (Societatis Draconstrarum), una orden que él mismo había creado en 1408. La Orden, basada en la Orden de San Jorge, requería a sus iniciados defender la cruz y combatir a sus enemigos. El objetivo de Segismundo era hacerle frente a los turcos que habían aplastado su ejército en Bulgaria en la cruzada que dirigió en 1396 contra el Sultán Otomano Bayazid I "El Iluminado". Vladimir, más conocido como Vlad II, accedió a unirse a la Orden del Dragón a cambio de que Segismundo lo apoyara para recuperar el trono de Valaquia, que se encontraba en poder de los turcos, cosa que logró 5 años más tarde. A partir de su ordenación, Vlad tomó a manera de título honorífico el sobrenombre de Dracul, que proviene del término latino Draco, que significa Dragón.
Una vez sentado en el trono, en la ciudad de Tirgoviste, Vlad Dracul continuó la tradición política de sus antecesores, alternando su fidelidad al Sacro Imperio Romano y al Imperio Otomano, buscando un equilibrio que le permitiera permanecer en el poder, hasta que el Sultán lo obligó a someterse a su régimen y le exigió la entrega de sus dos hijos menores como prueba de buena voluntad. Estos hijos eran Vlad III y Radu, quienes fueron enviados al castillo de Egrigoz en 1444. Vlad tenía 13 años, y pasó allí prisionero 4 años hasta que el Sultán lo llamó a su corte en la ciudad de Estambul (antigua Constantinopla), donde lo declaró pretendiente al trono de Valaquia, que había sido tomado por los cristianos. En 1448, el Sultán envió a Vlad con un pequeño ejército a reclamar sus derechos, pero su reinado apenas fue breve, los húngaros lograron expulsarlo. Más tarde, aliado con sus familiares de Moldavia y con el apoyo de los húngaros, tomó nuevamente el poder en 1462, aunque no tuvo un reinado estable, su hermanastro Radu el Hermoso, apoyado por los turcos, logró hacerse con el trono de Valaquia.
Vlad firmaba sus documentos como Drácula, sobrenombre que vendría a significar "hijo de aquel que perteneció a la Orden del Dragón", y que utilizaba como título de honor. Sin embargo, hoy día se lo conoce más como Tepes, que significa Empalador, y que era el nombre que le daban los cronistas turcos, que le temían y lo consideraban un ser asistido por fuerzas sobrenaturales. Drácula, consciente de que su pequeño ejército no podía hacerle frente al poderoso ejército otomano, pero queriendo hacer de Valaquia un país independiente, no quiso arrodillarse frente al Sacro Emperador Romano y decidió luchar él solo contra los turcos, de la única forma que podría darle la victoria: Guerra de guerrillas y terrorismo indiscriminado, una fórmula que aún hoy día se utiliza con éxito y que conocemos muy bien los colombianos, y que además, fue la estrategia con la cual los norvietnamitas sacaron a los franceses y a los gringos de Vietnam del Sur y reunificaron su país.
Cada vez que los turcos ingresaban a Valaquia, sufrían emboscadas y ataques a traición con una crueldad inédita. La política de Vlad era clara y sencilla: lo que no es para nosotros no será para nadie. A su paso, las tropas invasoras sólo encontraban desolación: las aldeas en ruinas, los cultivos arruinados, la tierra echada a perder, los animales y los pozos de agua envenenados. Y en las noches, asaltos, emboscadas, asesinatos. Entre los turcos, la fama de Vlad crecía: se decía que su pequeño ejército diurno era asistido por las ánimas de diez mil muertos que los reforzaban en la noche para cometer toda clase de atrocidades (probablemente de allí surgió la idea de Tolkien de utilizar un ejército de muertos para la defensa de Gondor en su libro "El Señor de los Anillos").
A pesar del horror desatado por Drácula, los turcos lograron invadir Valaquia. Cnejana, la esposa de Vlad Drácula, se lanzó de las almenas del castillo de Arghes, prefiriendo la muerte a caer en manos del enemigo (Coppola se basó en este hecho histórico para su película, en la que la esposa del cruzado se suicida lanzándose al vacío desde lo alto de su castillo, al recibir una nota que le notificaba falsamente la muerte en batalla de su esposo). Vlad logró huir a Transilvania. Se cuenta que cuando los turcos entraron a Tirgoviste, encontraron a más de 20.000 personas empaladas, entre sajones, húngaros, valacos y turcos, incluyendo mujeres, ancianos, e incluso recién nacidos, en cuyos abdómenes, se cuenta, hacían su nido los pájaros. El Sultán Mehmet II "El Conquistador" quedó impresionado al ver el bosque de empalados. Vlad fue llamado por los turcos Empalador no tanto por la costumbre que tenía de mandar ajusticiar por empalamiento a todos sus enemigos, nacionales o extranjeros, pues el empalamiento fue y sigue siendo ampliamente utilizado en el mundo (los paramilitares en Colombia empalaron pueblos enteros en la década de 1990), sino porque empaló a más gente en menos tiempo que cualquier otro tirano medieval, y porque la forma de empalamiento que empleaba era única y no tenía antecedentes: las estacas utilizadas para los empalamientos ordenados por Vlad no eran puntiagudas y cortantes, como se utilizaba siempre. Tenían la punta roma para evitar que lastimaran órganos vitales, de forma que el empalado podía vivir hasta tres días en esa situación antes de hallar el descanso.
La terrible crueldad de Vlad Drácula ha generado la idea de que él y el conde Drácula de Stoker son la misma persona. Incluso, algunos han dicho que la novela de Stoker está basada en la vida de Vlad. Sin embargo, cualquiera que lea la historia que acabo de relatar, y la compare con la novela de Stoker, notará de inmediato que no existe relación alguna entre ambas historias. Hoy día sabemos mucho más de Vlad de lo que se sabía en tiempos de Stoker, gracias al trabajo de Radu Florescu y Raymond McNally, y al libro "Historia del Príncipe Drácula", de Matei Cazacu, ambos publicados en el siglo XX con el apoyo del régimen comunista de Rumania, que decidió reivindicar la figura histórica de Vlad Drácula como héroe nacional. Aún así, hay muchos detalles de la vida de Vlad que se desconocen, e incluso de su muerte, pues no se sabe cómo falleció ni dónde reposan sus restos. En cuanto a su personalidad, nada se sabe más allá de las huellas históricas que dejaron su crueldad y su implacable lucha contra los turcos. Drácula no dejó escritos ni tuvo biógrafo, así que no sabemos nada de su pensamiento y su forma de ser, por lo que mal podría pensarse que el carácter y la personalidad del conde Drácula estén basados en los de Vlad III. En 2000, Joe Chapelle dirigió la película Vlad, en la que pretendió llevar a la pantalla la vida de este sanguinario tirano, pero debido a la poca información que existe sobre este personaje, buena parte del guión es ficción. Lo que sí está claro, es que Vlad III no era un conde y no vivía en Transilvania, era el voivoda de Valaquia.
Entonces, ¿por qué Stoker dio a su conde el nombre Drácula?
En 1913, la casa Sotheby's subastó los papeles privados de Bram Stoker, que hoy se conservan en el Rosenbach Museum de Filadelfia. Gracias a estos papeles, sabemos que en marzo de 1890 Stoker había comenzado a trabajar en su novela, y había llamado a su personaje Conde Wampyr. Ese mismo año, se dio vacaciones de verano en Whitby, Yorkshire. Allí, en la biblioteca pública, encontró un libro de William Wickinson, publicado en 1820, que hablaba sobre los principados de Valaquia y Moldavia. Este libro contenía una breve referencia a un tal voivoda Drácula (no hacía referencia al nombre Vlad) que había cruzado el Danubio y había atacado a los turcos, y allí Wickinson hacía un pie de página para anotar (de forma incorrecta) que Drácula significa "demonio" en la lengua nativa de Valaquia. A Stoker le gustó el nombre y su significación, y como decidiera usarlo, buscó en otros libros algunos datos sobre la historia rumana. Eso fue todo.
Así que Bram Stoker no conoció la historia de Vlad Tepes, ni siquiera supo que se llamaba Vlad ni mucho menos que lo llamaban el Empalador. Tampoco sabía que Drácula significaba para Vlad "hijo del dragón", sólo le pareció que era un nombre sonoro y propicio para su personaje. Por supuesto, él no iba a escribir un libro de historia, ni siquiera una novela histórica, así que no necesitaba hacer una investigación profunda sobre el tema, le bastaba con tener algunos datos que le dieran vida a su relato. Le gustó el nombre Drácula y lo usó para su conde, lo que resultó ser una buena elección. La sonoridad del nombre, estoy seguro, ha sido parte del éxito comercial de este famoso vampiro. Adicionalmente, Stoker tuvo un gran golpe de suerte adicional: de seguro, este irlandés jamás imaginó que el personaje histórico detrás de ese nombre se haría tan conocido y resultaría tan fascinante que daría un gran impulso a su obra.
Se ha hecho popular la versión de que el profesor húngaro Arminius Vambery dio a Stoker amplia información sobre Vlad y sobre Transilvania. Pero Elizabeth Miller, profesora de inglés de la Memorial University of Newfoundland (que la nombró profesora emérita) y reconocida con el título de Baronesa de la Casa de Drácula por la Sociedad Transilvana de Drácula en Rumania, afirma que el libro de Wilkinson fue la única fuente de información que tuvo Stoker sobre Drácula, y que cualquier otra versión al respecto es mera especulación. Por lo que se sabe, Stoker y Vambery sólo se vieron dos veces en Londres y no necesariamente para hablar de vampiros. Nunca sostuvieron correspondencia. Si Vlad hubiera sido el modelo para el conde Drácula, éste último habría sido mucho más desalmado, brutal y sanguinario. En ese aspecto, la realidad supera a la ficción.
Algunos defienden la hipótesis sobre el profesor Vambery asegurando que Stoker menciona en su novela que el mentor de Van Helsing, quien le enseñó todo lo relacionado con los vampiros, fue un tal Arminius, lo que esgrimen como prueba de que el profesor Vambery le habló de la vida de Vlad y él, agradecido, le hizo un homenaje en su obra. A mi parecer, Stoker sólo quería darle fuerza a su personaje antagonista de Drácula, asociándolo a un nombre que era el único que él conocía que correspondía a un profesor ilustrado en estos temas. Muchas veces, los autores para darle fuerza a una historia, recurrimos a algún nombre reconocido en nuestra época, aunque sepamos poco de él.
También se dice que la descripción física del conde Drácula está basada en un retrato de Vlad que viera Stoker. Aunque la posibilidad existe, pues al menos en cuanto al rostro hay varias coincidencias entre la imagen que se conoce de Vlad y la descripción que hace Stoker en su novela, esto no es más que especulación. Parte de esta descripción coincide en cierta forma con grabados del rostro de Vlad Tepes, pero eso no es suficiente para asegurar que Stoker vio alguna vez dicha imagen. Podemos decir con certeza que Drácula (Vlad el voivoda) no es Drácula (el conde de la novela).
Ahora bien, no existe en ningún documento o relato histórico, ni en la tradición oral rumana, vínculo alguno entre Vlad Drácula y el vampirismo. Jamás se ha dicho que Vlad bebiera sangre, que ejecutara rituales religiosos sangrientos, ni que su cadáver fuera hallado incorrupto con señales de vampirismo. Por el contrario, el hecho de que Stoker hubiera usufructuado el nombre Drácula para su obra, es considerado una afrenta por buena parte del pueblo rumano, pues la tradición oral y las leyendas mantienen la figura de Drácula como un héroe nacional. Además, Drácula fue exaltado por el régimen de Ceausescu como defensor de Europa contra los turcos y libertador de Valaquia. De hecho, el pueblo rumano denosta hoy día de la presencia de vampiros en su tradición folclórica. Durante el régimen comunista (1947-1989), la palabra vampiro fue asociada a una figura sobrenatural representativa de la decadencia de occidente y de su política colonialista frente a oriente.
Néstor Pedraza
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